Un represor mendocino que durante la dictadura pidió por escrito que le suministraran una picana para torturar a detenidos clandestinos durante la última dictadura fue beneficiado con la prisión domiciliaria por "razones humanitarias".
La medida fue dispuesta por el Tribunal Oral Federal número uno de Mendoza para Fernando Morellato Donna, hoy de 79 años, padece "afecciones crónicas y pasibles de agravamiento que ameritan una asistencia multidisciplinaria".
“Su alojamiento en prisión le impediría recuperarse o tratar adecuadamente sus dolencias“, sostuvieron los jueces Juan Gonzalez Macias y Alejandro Piña.
El represor padece “diabetes, hipertensión arterial, ateromatosis de vasos de cuello y osteoartrosis poliarticular“, sostiene un informe médico.
Según consta en la causa judicial en la que Morellato Donna fue condenado, en 1976 pidió por escrito "una picana" a la Policía Federal para interrogar a dos militantes de Montoneros, Oscar Ramos y Daniel Iturgay, que hoy integran la lista de desaparecidos.
El imputado fue condenado marzo de 2013 a cinco años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua (la querella había pedido la pena de prisión perpetua) pero la sentencia fue apelada y está a revisión de la Cámara Federal de Casación Penal.
Morellato Donna, ya en democracia, llegó a dirigir una empresa de seguridad en nuestra provincia.
Detenida cinco días y violada tres veces
El capítulo sobre los abusos sexuales padecidos por las mujeres detenidas en Mendoza durante la dictadura cívico-militar, fue el centro de una nueva audiencia en el juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en la provincia, con la declaración de la testigo Inés Atencio.
"Nunca más quise recordar esos momentos tan tremendos", señaló la testigo al relatar la violaciones sufridas durante su detención.
Atencio, al declarar por primera vez ante la justicia dijo contó que en los cinco días que estuvo detenida en el D2 la violaron tres veces, siempre personas distintas.
Oriunda de San Juan, llegó a la provincia de Mendoza a sus 23 años para trabajar en labores domésticas, y a los pocos meses conoció a Víctor Hugo Díaz con quien formó pareja.
En agosto de 1976, Víctor junto a su amigo Rubén Álvarez acompañaban a Inés para dejarla en la casa donde trabajaba. Al llegar, los tres fueron interceptados por dos vehículos y trasladados al D2.
Sobre los motivos de la detención, la testigo relató: "Lo más lamentable de todo es que Víctor Hugo no militaba en ningún partido y yo menos; a mí sólo me daban permiso para salir los jueves y domingos en la tarde", y vinculó el hecho a que "Rubén Álvarez había dado albergue a una pareja que estaba siendo perseguida por la policía".
La testigo continuó su declaración relatando que al llegar al D2, le fue sustraída su cartera con el sueldo y los documentos; allí fue interrogada y arrojada a un calabozo. En un duro relato denunció que durante los días de cautiverio padeció abusos sexuales sistemáticos: "Nunca les vi la cara pero por las distintas formas de hablar puedo asegurar que eran distintas personas", declaró.
A los cinco días Inés fue liberada, abandonada a las 4 de la mañana en el Parque General San Martín, sin dinero ni documentos. "Nunca más quise recordar esos momentos tan tremendos", expresó conmocionada y agregó: "Es la primera vez que denuncio estos hechos, después de 35 años".