Prioridad educativa en la campaña electoral

La clase política tiene la obligación de instalar la discusión de la educación como tema prioritario. Incluso en la campaña electoral debería valorarse a los candidatos por las propuestas concretas que ofrezcan en esta área vital. Es una deuda pendiente q

Prioridad educativa en la campaña electoral

Estamos insertos en un año electoral y en octubre se hará la elección para la renovación de las cámaras legislativas, tanto a nivel nacional como provincial y departamental. La importancia de los comicios pasa por establecer, a través de sus resultados, cómo la gente ha evaluado la gestión de los actuales gobernantes y hasta puede significar un anticipo de lo que puede suceder dentro de tres años, en razón de que alguno de los candidatos puede resultar potencialmente fortalecido con miras al futuro. De allí también que los partidos políticos, como sucede habitualmente, deben estar preparando su plataforma electoral para seducir al electorado.

Dentro de ese esquema, cabría esperar también que las campañas electorales se centren en los planos positivos, en establecer qué ofrecen, dejando atrás algunas chicanas estériles, como suele suceder respecto de lo que pasa con la coyuntura. Que los futuros candidatos no olviden el pasado ni dejen de lado el presente, pero esencialmente centren su plataforma en el futuro, es lo que la gente espera.

También es factible que candidatos y partidos se dejen ganar por lo que determinan las encuestas, las que suelen reflejar los problemas que afectan a la gente en la coyuntura, como sucede con la inflación, la inseguridad, el empleo o la corrupción y dejen de lado la discusión sobre temas fundamentales, como pueden ser la educación, la salud y la justicia.

La situación actual de la educación exige que esté en el centro del debate. Es una obligación de la clase política instalar la discusión de manera tal que también alcance a la familia, base fundamental para que los objetivos puedan ser alcanzados. Los hechos demuestran que no todo se mueve con presupuesto, y a modo de ejemplo debemos recordar que durante la gestión del kirchnerismo se cuadruplicaron las partidas destinadas a la educación, pero los resultados no reflejaron en los hechos esa situación, sino que, por el contrario, la Argentina descendió en lo que se refiere a la calidad educativa.

El debate entre la escuela inclusiva, de contención de los alumnos dentro del edificio escolar por sobre la calidad educativa, tampoco ha dado los resultados esperados. En primer lugar porque se produjo una caída en la disciplina, que incluyeron agresiones a docentes y directivos; en segundo lugar porque, pese a lo señalado, no se cumplieron los objetivos y el porcentaje de egresados del secundario es mínimo respecto del ingresado en el primario y en tercer lugar porque la calidad educativa terminó siendo severamente lesionada, tal cual lo determinan las pruebas PISA.

El debate educativo debe ser profundo, adaptado a los tiempos que corren, con actualizaciones permanentes de los docentes, especialmente en el plano de la tecnología, porque se pueden dar casos en que se reviertan las funciones y un chico termine enseñándole al maestro. No se puede centrar tampoco la discusión en el plano meramente salarial (aunque necesitaría un re estudio porque los sueldos siguen siendo muy bajos con relación a la responsabilidad); en el ítem aula (aunque haya dado resultados, según se indica oficialmente); en el cumplimiento o no de los 180 días de clases o si la calificación debiera ser numeral o por objetivos alcanzados. No se puede aceptar tampoco que exista una permanente emigración de chicos de la escuela pública hacia la privada, siendo que los contenidos educativos en unos y otros son similares, entre otros muchos aspectos.

La educación es una deuda pendiente de la clase política que no ha sido solucionada en los años que han corrido desde la recuperación de la democracia y que necesita ser revertida.

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