Las calles de Mendoza lucen casi desiertas. Hay algunos pocos circulando en sus vehículos, cubiertos con tapabocas o los más friolentos con bufandas o "cuellitos" de polar. Muchos de ellos son trabajadores esenciales, que hoy celebran su día en el contexto de la pandemia y del aislamiento social obligatorio.
Es un primero de mayo muy diferente al anterior. Aunque la soledad de las calles quizás es la misma, no muchos sienten que es un día de descanso. Más bien, la jornada se asoma con tintes de incertidumbre y ansiedad por dejar al coronavirus en un - ingrato- recuerdo del pasado.
Tratan de no pensar demasiado en que la enfermedad los rodea. Más bien su objetivo principal es llevar un plato a comida a su casa, como cuenta el encargado de barrer la Peatonal, Marcelo Murciano.
El silencio es grande en el Centro. Otro detalle atípico para este día, que suele ser bastante silencioso de por sí. Algunas bicicletas transitan las calles. Hay taxis que esperan vacíos un nuevo viaje. Y no mucho más.
"Hemos abierto desde que empezó todo esto. Empezamos con miedo, pero ahora ya nos acosumbramos", cuenta Fernanda detrás de la barra de un minimarket. "El objetivo es cumplir con empatía", acota el principal Pablo Díaz, de la Unidad Policial de Asistencia al Turista (UPAT).
Por su parte, la enfermera Andrea Díaz desde el hospital Central resaltó que lo importante es cuidarse para que no haya más contagios.