La primera mujer policía que patrulló en moto

El 5 de marzo de 1995 se convirtió en la pionera en la fuerza provincial en conducir este tipo de vehículos. Durante años lo hizo en una BMW 800 cc y luego en una Harley Davidson.

La primera mujer policía que patrulló en moto

Cuando desembarcó en Mendoza en 1980 en busca de trabajo y un mejor futuro, Nora Carrasco (54) sabía que sus chances de ingresar a la fuerza policial eran remotas.

Muy pocas lo habían intentado con éxito y el 90 % de los policías no terminaban de ver con buenos ojos a esas escasas mujeres de uniforme, que estaban marginadas del trabajo de calle y sólo eran asignadas a tareas de escritorio. Nora había dejado atrás su General Alvear natal tras egresar del secundario y estaba decidida a abrirse camino en la ciudad a pesar de sus temores.

A partir de 1982 Nora fue destinada como administrativa a la Dirección de Tránsito, hoy Policía Vial, y no fue hasta 1990 que pudo ingresar a la Escuela de Suboficiales para recibir el entrenamiento de cuerpo comando que le permitió vestir el uniforme de calle y salir a patrullar, algo que anheló durante años.

Su metro ochenta de estatura y una complexión delgada por naturaleza la pusieron en el radar de los jefes cuando tres años más tarde se convocó a varias mujeres para ingresar en la policía motorizada. "Me quedé helada, yo nunca había manejado una moto pero el curso fue intensivo", recuerda.

Las inscriptas fueron muy pocas y de las únicas dos seleccionadas, finalmente sólo Nora fue aprobada para subirse a una poderosa BMW 800 centímetros cúbicos con cilindros laterales.

El 5 de marzo de 1995, la cabo primero Carrasco se convertía oficialmente en la primera motorista femenina en la historia de la policía de Mendoza. Fue para los festejos de Vendimia y durante los siguientes tres días, prácticamente vivió encima de una moto que aprendió a dominar con más habilidad que fuerza, según su propia definición.

Después vinieron los años de formación que "ningún libro puede enseñar", describe Nora. El trato con los conductores, recorrer cada centímetro de las calles de todo Capital y el Gran Mendoza hasta conocerlas de memoria, los consejos de los compañeros y el apoyo de los jefes. Básicamente, se trataba de demostrar en la práctica lo que ya había alcanzado "en los papeles", dejar bien en claro que podía hacer lo mismo que cualquier policía varón, e incluso mejor. "La manera de probarlo era esa, trabajando con mucho empeño y responsabilidad", asegura.

Lejos del temor que le había inspirado al principio la potente máquina Nora siempre recordó el primer consejo que recibió al empezar el curso de capacitación. "Vos tenés que mantener la vertical, nada más", le dijo su instructor. Y lo cumplió a rajatabla, en los 8 años que pasó encima de una moto a razón de 8 horas diarias en turnos rotativos, jamás sufrió una sola caída o choque.

"Nos entrenan para eso, hay que reducir al mínimo la posibilidad de accidentes. Si los conductores en la calle pensaran un poco más, se evitarían muchos problemas", dice sin poder evitar que la sargento primero le aflore en un instante.

Luego de un tiempo comenzó a patrullar a bordo de una Harley Davidson, y las reacciones, tanto de sus propios compañeros como de los conductores, fueron de asombro. "La gente bajaba las ventanillas de los autos para ver la moto, no podían creer que la manejaba una mujer", dice divertida.

Su ejemplo cundió entre las demás policías y varias se animaron a calificar para otro tipo de tareas que las llevaron más allá de sus escritorios. Con semejante estandarte, la revolución femenina dentro de la fuerza se inspiraba sobre dos ruedas al sonoro rugir del motor con una cilindrada de 1.340 centímetros.

Nora afirma que jamás debió enfrentar situaciones violentas en la calle. "Debe ser porque mido 1,80 y tengo mal carácter", bromea, pero sobre todo "tiene que ver con la manera en que el policía se acerca a la gente, siempre con respeto y convencido de que está haciendo lo correcto aunque no guste".

Hasta 2002 Nora cumplió su tarea como "uno más" y luego fue trasladada a narcocriminalidad, donde pasó un tiempo antes de volver a ser transferida a investigaciones. En 2009, cerca del retiro, decidió pedir el traslado a su pueblo para terminar su carrera cerca de su madre y sus hermanos, y se la derivó a la policía judicial de General Alvear, donde cumplió tareas hasta fines de 2013, cuando entró en retiro efectivo luego de 31 años de vestir el uniforme.

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