Primera excavación en la Casa Molina Pico en busca de su historia

Un equipo de arqueólogos inició hace poco los trabajos y ya tienen resultados: aparecieron materiales del siglo XVII, que comprobarían que alguna vez existieron humedales en esta zona de Pedro Molina vecina a la ciudad antigua.

Primera excavación en la Casa Molina Pico en busca de su historia

A mediados del siglo XIX, al otro lado del canal Cacique Guaymallén había humedales que nacían en La Medialuna (Pedro Molina) y se extendían, abriéndose en forma de abanico, hacia El Bermejo y El Sauce.

Esto, hasta que a pedido de los propietarios de las haciendas de la zona fueron drenados. Ahora, en la Casa Museo Molina Pico se están realizando excavaciones arqueológicas para encontrar evidencias de cómo fue la ocupación humana y la historia ambiental del lugar.

Cristina Prieto, codirectora del proyecto y una de las arqueólogas que trabaja en el sitio, comenta con entusiasmo que ya les ha brindado algunas sorpresas. Es que cuando retiraron los adoquines de piedra que se encuentran en la parte sureste del predio, hallaron -entre los 20 y 30 centímetros de profundidad- elementos del siglo XIX, porcelana fina y decoraciones de la casa, cuando en realidad esperaban dar con residuos de los ‘80 o ‘90.

Luego, cuando siguieron excavando en un área de dos metros por 50 centímetros, comenzaron a dudar porque sólo sacaban tierra y carbón.

Pero a partir de los 70 centímetros apareció material del siglo XVII, como mayólicas y huesos de piche y, sobre todo, de pescado (percas) que probablemente obtenían en las cercanías. Por eso, constituirían evidencia de la explotación del ambiente lagunar; algo difícil de imaginar en el presente.

Ciudad y humedales

Prieto comenta que esta es la primera vez que se hace una excavación en la Casa Museo Molina Pico y que eligieron el sitio para desarrollar el proyecto ya que estaba cerca de los humedales. Asimismo, porque quieren hallar evidencias de cómo fue la ocupación humana al este de la ciudad antigua.

Por otra parte, si bien la edificación ha sufrido diversas modificaciones, el terreno no ha tenido alteraciones en los dos últimos siglos, por lo que mantiene una cierta integridad, y una amplia extensión es jardín (no hay construcciones).

Y a diferencia de lo que ha ocurrido en exploraciones que se han realizado en la Cuarta Sección, donde en la mayoría de los casos tienen que aguardar a que los propietarios realicen una obra para poder excavar, en esta propiedad en Pedro Molina cuentan con la ventaja de que el predio está en manos de la comuna de Guaymallén.

El lugar preciso que eligieron para hacer esta primera exploración se encuentra contiguo a un muro de la casona, que presenta evidencias de transición entre dos estilos constructivos diferentes, explica Carlos Frías.

Por otra parte, está cercano a donde estaba la bodega -y aún se conserva la cava subterránea-, que aparece mencionada en reiteradas ocasiones en documentos históricos, por lo que puede entenderse que era un sitio significativo.

Hasta 2 mil años atrás

Cristina Prieto resalta que están continuando con una línea de investigación que iniciaron María del Rosario Prieto (la directora del proyecto) y Horacio Chiavazza (del Museo del Área Fundacional de Capital) sobre la historia y arqueología ambiental de la zona.

Así se sabe que, lo que a la llegada de los españoles era un sistema de humedales chico, comenzó a crecer por el uso que se hizo del agua del Canal Cacique Guaymallén para la ciudad antigua.

Esto llevó a que a mediados del siglo XIX, detalla Leonardo Castillo, los propietarios de las tierras ubicadas al este denunciaran que se les anegaban y que perdían cosechas y pasturas para los animales. Así comenzó un proceso de drenado que hizo desaparecer el agua en la superficie, aunque sigan siendo terrenos salitrosos y con la napa freática alta.

Más hacia atrás en el tiempo, en Pedro Molina -comenta Prieto- los españoles empiezan a distribuir las tierras a partir de 1561.

Sin embargo, también existe la posibilidad de que hallen evidencias de la previa ocupación huarpe e incluso inca. Es que la zona es mencionada en documentos como un sitio donde había paradores y un pucará (fortaleza) de esta civilización.

Los arqueólogos planean seguir avanzando en profundidad hasta los primeros días de octubre, cuando se abocarán a las tareas de análisis de los materiales encontrados.

Luego, la idea es que esos elementos se expongan en la Casa Museo Molina Pico, como parte del proceso de puesta en valor del espacio.

Los responsables del proyecto

"Antiguos humedales de las tierras bajas del norte de Mendoza. Ocupaciones humanas durante el Holoceno Tardío" es el nombre de la investigación dirigida por María del Rosario Prieto y codirigida por Cristina Prieto Olavarría.

Se enmarca en el Proyecto Plurianual Conicet-PIP y se desarrolla con el apoyo de la Dirección de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Guaymallén y del Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (Dirección de Cultura de la Municipalidad de Capital).

Quienes hacen las excavaciones son Cristina Prieto y Leonardo Castillo (Ianigla, Conicet - FFyL, UNCuyo) y Carlos Frías (Museo Municipal Casa Molina Pico, Guaymallén).

Construida antes de 1830

La Casa Molina Pico no sólo ostenta una antigüedad que podría superar los 200 años, sino que ofrece una imagen inesperada entre las viviendas de Pedro Molina, Guaymallén.

La edificación, en el centro del amplio predio, está rodeada de verde, en el que destacan un inmenso ombú y un aguaribay que le compite en tamaño. De cierto modo, no cuesta imaginarse cuando era parte de una hacienda y, luego, una casona señorial.

Carlos Frías, uno de los coordinadores del espacio, detalla que la casa tiene declaratoria de interés municipal como Museo y que es uno de los sitios históricos más antiguos del departamento, junto con la Capilla de Jesús Nazareno y la Capilla del Rosario.

Sin embargo, aclara que la propiedad en Pedro Molina es objeto de debate, ya que algunos sostienen que la construcción data del siglo XVIII, otros de mediados del XIX e incluso hay quienes plantean que sería posterior al terremoto de 1861.

Lo cierto es que en 1830 ya es mencionada en documentos históricos y su morfología presenta evidencias de los cambios en el contexto y de los distintos usos a lo largo de los años.

Frías explica que durante la etapa colonial era una zona rural donde se asentaban las grandes haciendas y establecimientos vitivinícolas que aportaban su producción a la ciudad al otro lado del canal zanjón Cacique Guaymallén. Entonces, la edificación era sencilla, sin ornamentaciones, ya que en ella vivían los peones e incluso esclavos.

Con el tiempo, esas haciendas comenzaron a subdividirse y surgió la urbanización. La casa pasa a manos de familias de buen poder adquisitivo, quienes la remodelan y adquiere el aire señorial. Los Molina Civit le imprimen, entre los ‘40 y ‘50, el estilo neocolonial actual.

La propiedad estuvo en manos de los descendientes de la familia hasta que, en 1993, la compra la Municipalidad de Guaymallén. Allí funcionó la Dirección de Cultura y actualmente es un museo municipal.

Carlos Frías comenta que están intentando ponerla en valor. Uno de los ejes de trabajo sería encarar una restauración que respete los aspectos patrimoniales y plantear luego un protocolo de intervención preventiva.

Otro, investigar cómo fue evolucionando su fisonomía arquitectónica; y uno más, llegar a un guión que cuente tanto la historia de la casa como del distrito y que recupere la memoria e identidad locales.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA