Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Es muy difícil que un avión pueda despegar cómodo cuando transita por una pista llena de pozos al principio y que, después termina en una zona embarrada. Deberá carretear un poco más hasta que tenga un piso sólido para alcanzar velocidad y poder levantar vuelo.
La economía argentina parece algo más o menos así. Todo el 2016 vinimos sorteando pozos, que son obstáculos que habían quedado y que siguen mostrando el deterioro estructural que tiene acumulado el país. Pero a medida que avanzamos aparecen problemas estructurales y coyunturales nuevos que nos ponen en alerta.
El gobierno mantiene su optimismo (o voluntarismo) de pronosticar una inflación del 12 al 17% para el año 2017, junto a una previsión de crecimiento de la economía del 3%. Esta perspectiva es convalidada por la mayoría de los centros de estudio que hacen proyecciones, aunque difieren con la inflación, a la que ven en un rango de 21 a 24%.
Los principales argumentos para esperar crecimiento tienen que ver con decisiones que se han tomado recientemente y que tiene que ver con la modificación del mínimo no imponible del Impuesto a las ganancias, así como a las escalas. Por otra parte, el pago de retroactivos a jubilados traerá una gran cantidad de recursos, que una parte puede ir al consumo. De la misma forma, el comienzo del pago del salario social acordado con los grupos piqueteros, también volcará recursos al consumo.
Restricciones a la vista
El primer trimestre traía una gran expectativa por la vía del consumo y de una agresiva inversión en obras públicas, pero anuncios de aumentos le comienzan a poner charcos a la pista. Incrementos en las naftas, en los peajes de autopistas urbanas, en los anunciados servicios de luz y gas así como de las prepagas, ya permiten predecir que el primer trimestre podría mostrar una tasa promedio cercana al 1,7% mensual de inflación.
Otro factor que se anunciaba como promisorio era la cosecha de granos, que se pronosticaba en 130 millones de toneladas, pero parece que no será así. Las lluvias fuertes de abril y mayo pasado afectaron a muchos campos que no se pudieron plantar y las lluvias actuales, generando inundaciones en la zona núcleo de la pampa húmeda, hacen prever una pérdida muy importante y que el volumen total no supere los 100 millones de toneladas.
La pérdida de competitividad del tipo de cambio es otro factor que preocupa porque al revaluarse el dólar en el mundo, se devalúan todas monedas, como ha pasado con el euro y el yuan. Salvo el real, que se ha revaluado y el peso argentino que no acompaña el mismo ritmo y, además, pierde con la inflación, el resto de las monedas de la región acompañaron el ritmo devaluatorio.
La previsión es que el tipo de cambio se mantendrá atrasado porque tanto el Estado como los particulares harán colocaciones de deuda en el exterior, que significará ingreso masivo de dólares, que mantendrá atrasado el tipo de cambio. Es probable que, por esa previsión, el gobierno nacional haya decidido aumentar los reintegros a las exportaciones agroindustriales y luego a las industriales para ayudarlas a colocar productos en el exterior.
Con todo, se supone que el consumo va a mejorar, pero no será el motor de la recuperación como ocurrió entre 2013 y 2015, donde la tasa de interés era baja y el dólar no se conseguía. Ante esto, los que tenían capacidad de ahorro decidieron consumir o anticipar consumos financiados a tasa fija subsidiada como una forma de preservar sus ahorros. Hoy esos incentivos no existen, la gente es más racional, aumentó la tasa de ahorro y lo que falta es que bajen las tasas para dinamizar el ciclo productivo.
Fuertes debates por delante
El nuevo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anticipó un debate que promete ser muy complejo, sobre todo para las provincias y municipios. El funcionario seguirá adelante con el proyecto de revisión del sistema impositivo, que es una verdadera maraña, y promete revisar el IVA e incluso el impuesto al cheque.
Pero el mayor desafío que ha planteado es la discusión de los impuestos al trabajo, que son una verdadera carga ya que supone un 40% de incremento sobre la masa salarial, que hoy es una dura traba para la creación de nuevos empleos registrados. Entre ellos se computan los aportes al sistema jubilatorio, a las obras sociales y las ART.
Por supuesto, han aparecido muchas objeciones aunque los que las levantan saben que mantenerlas tiene el costo de no crear nuevos puestos de trabajo o, inclusive, perderlos. Bajarlos podría facilitar mucho la creación de nuevos empleos para que, en un plazo no muy largo, se equiparen los aportes con más trabajadores registrados. Las principales voces opositoras provienen del sector sindical.
Respecto del sistema impositivo el problema es complejo porque implica avanzar de manera fuerte sobre los sistemas imperantes en provincias y municipios a efectos de eliminar imposiciones simultáneas sobre los mismos bienes o actos jurídicos. Incluso, se quiere avanzar para definir las modalidades que debería adquirir el temido impuesto a los Ingresos Brutos.
Es indudable que muchas provincias y municipios pondrán el grito en el cielo. Los mayores desequilibrios fiscales de Argentina se presentan justamente en jurisdicciones que siguen dependiendo de fondos nacionales y muchos gobernadores ya agitan fantasmas para eludir sus responsabilidades.
Por el momento, hay que iniciar el debate entre todos los actores a efectos de buscar soluciones de consenso, pero es una realidad que no se puede seguir de la misma forma. No se puede seguir buscando competitividad con devaluaciones o actividad económica con gasto público y emisión monetaria. Hay que encontrar nuevas fórmulas inteligentes para poder avanzar.
Mientras tanto, el primer trimestre volverá a mostrar aumentos que traerán un poco de mal humor, aunque los especialistas auguran que el segundo y tercer trimestre mostrarán un crecimiento definido. De todos modos, después de una recesión de cuatro años, una tasa de crecimiento del 3% es todavía magra y no se sabe si será crecimiento real o un simple rebote.
Para que sea un crecimiento real y sostenido en el tiempo, hace falta que crezcan las inversiones para generar puestos de trabajo genuinos que traigan como consecuencia un mayor consumo. No se pueden hacer las cosas al revés.