Cuba comenzó ayer un proceso electoral que podría concluir con la salida de Raúl Castro del poder y que por primera vez en más de medio siglo no llevaría a la presidencia a un líder histórico de la revolución.
Hasta el 30 de este mes, los cubanos nominarán en asambleas populares en cada barrio a los candidatos a concejales, el primer paso de un intrincado sistema comicial que no permite la presentación de organizaciones partidarias ni la realización de campañas.
Las autoridades informaron que se alistaron 12.515 circunscripciones en todo el país en las cuales se elegirán a los representantes municipales el 22 de octubre.
En un segundo paso, en una fecha posterior aún sin determinar, se votará por los diputados provinciales y nacionales.
Estos legisladores, constituidos en la Asamblea Nacional del Poder Popular, serán los encargados de designar al presidente y al Consejo de Estado de entre sus miembros.
Castro, de 86 años y quien asumió la presidencia en 2008 tras sustituir a su hermano Fidel Castro, anunció en varias ocasiones que no aceptaría una reelección, lo que implica que el puesto recaerá en una persona que no pertenezca a la llamada generación histórica, es decir, que haya participado en la lucha revolucionaria de fines de los años 50.
El propio Raúl Castro sugirió que la primera magistratura quedaría en manos de su actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel. En tanto, él retendría el cargo de primer secretario de Partido Comunista de Cuba (PCC).
Para los críticos el sistema electoral cubano está controlado casi totalmente por el PCC o sus organizaciones afines y no deja expresar un verdadero disenso o el surgimiento de proyectos alternativos. El gobierno sostiene, en cambio, que este modelo garantiza la inexistencia de una maquinaria electoral clientelar y corrupta.
Díaz-Canel, un ingeniero de 57 años, pasó por todos los niveles de dirección del PCC desde su militancia juvenil hasta convertirse en primer secretario en varias provincias del centro y oriente de la isla, donde se lo recuerda por sus iniciativas y carisma.
Durante la presidencia de Raúl Castro se volvió discreto y hermético, lo que asombró a muchos que lo conocían desde antes y alimentó la especulación de que estaría evitando el destino de algunos predecesores que cayeron en desgracia luego de obtener mucha atención mediática.
En un video filtrado semanas atrás el propio Díaz-Canel dejó en claro que el gobierno no dará paso a la disidencia en este proceso electoral.
Hay "seis proyectos que están orientados a las elecciones del 2018 que buscan postular gente contrarrevolucionaria como candidatos a delegados... Pueden llegar a la Asamblea Provincial y la Asamblea Nacional y sería una manera de legitimar dentro de nuestra sociedad civil a la contrarrevolución", dijo Díaz-Canel. "Ahora estamos dando todos los pasos para desacreditar eso", agregó.
La reunión privada entre Díaz-Canel y dirigentes del PCC reflejada en el video -que habría tenido lugar en febrero- mostró el lado más ortodoxo del vicepresidente.
Este video "puede servir para mandar una señal de las intenciones oficiales de no auspiciar apertura política alguna sin que salga como una declaración del gobierno revolucionario. O sea, una comunicación oficiosa, no oficial, de la que se recogen réditos y no se asumen, formalmente, los costos", dijo Armando Chaguaceda, un politólogo y profesor universitario cubano radicado en México.