Primaverales - Por Jorge Sosa

Ahora se vienen los días en los que festejamos la educación Argentina. Pero, ¿tenemos algo que festejar?

Primaverales - Por Jorge Sosa
Primaverales - Por Jorge Sosa

Ya estamos en septiembre, un mes que no tiene feriados. ¿Cómo puede ser que nada menos que en este mes no haya feriados? Justo en los días que podemos aprovechar a cielo abierto, a campo suelto, a paisaje ganado, nosotros no tenemos feriados.

Claro que sí hay festejos. Ya pasó el día de la secretaria, esa señorita que es como los ojos y los oídos de su jefe y sabe de todo, mucho más que su jefe.

Y hay otros días donde un sector de nuestra comunidad considerará feriado aunque el almanaque no esté pintado de rojo: los días en los que festejamos la educación argentina. ¿Tenemos algo que festejar?

Se viene el día del maestro, aunque debería ser el día de la maestra, donde las docentes se juntan a compartir ese buen momento que no les brinda su sueldo. Se arman una reuniones donde el vocinglerío es estertóreo y cuesta mucho saber de lo que hablan, aunque seguramente será de alguna anécdota laboral porque por ahí las carcajadas estallan como los cohetes en Navidad.

El feriado es el día en el que conmemoramos a Domingo Faustino Sarmiento en un año más de su fallecimiento. Somos necrófilos, los argentinos, celebramos las muertes. La muerte de San Martín, la muerte de Belgrano, la muerte de Sarmiento... Deberíamos homenajearlos en sus cumpleaños, en un gracias a la vida que los trajo hacia nosotros. 
Habrá reuniones a granel y las docentes se juntarán a compartir una pizza partida en 48 porciones para que el festejo no les lleve la subsistencia.

Y 10 días después serán los estudiantes los que tomen la posta de los festejos.

Entonces prados y paseos públicos se llenarán de adolescentes alborozados, dispuestos a gastarle buenamente cada segundo a ese día. Aparecerán las milanesas y los huevos duros y otras circunstancias alimenticias reiteradas en estas ocasiones.

También aparecerá el “beberaje”, que no debería ser alcohólico porque no están en edad, pero alguna botella de fernet se colará en alguna mochila y entonces el asunto puede tornarse peligroso. Hay que beber con moderación... pero nadie invitó al alumno Moderación al picnic.

Alguien pelará una guitarra y con las cuerdas desafinadas se construirán esas canciones que se cantan colectivamente y se bailan de manera similar.

Después quedarán los prados con los restos de los festejos y será, sin dudas, una forma de ensuciar el paisaje, salvo que prive el cuidado del medio ambiente y cada cual se haga cargo de su desperdicio.

Ha llegado septiembre, el mes del renacimiento. Los árboles volverán a vestirse de verde y la temperatura ha de subir lo suficiente como para que nos saquemos  de encima toda la ropa pesada.

La primavera es cruel, porque pone a flor de piel la piel, y entonces uno no puede ocultar, como lo hizo en el invierno las imperfecciones de su anatomía. Y allá adelante está el verano donde uno tiene ganas de sacarse de encima hasta la piel.

Entonces comenzamos a darle pelota a la alimentación y surgen las dietas y los ejercicios tendientes a bajar esos kilos que la balanza se niega terminantemente a bajar.

En fin, es lo que tenemos y la panza no se va por más que contengamos el aire. 
Septiembre, noveno mes del año aunque su nombre diga que es el séptimo, como para desconcertarnos más. Dicen que es el mes del amor. Pues, de ser así, que se les cumpla a todos.

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