Las primarias abiertas ¿cumplen con su propósito?

Las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), son elecciones que fueron pensadas para transparentar los mecanismos de selección de los candidatos a cargos electivos en el país. Muy pocas provincias han adherido hasta el momento a este mecanis

Las primarias abiertas ¿cumplen con su propósito?

El sistema PASO pretende, básicamente, que las diferencias internas de los partidos, o de las alianzas entre más de una agrupación, se resuelvan en una elección popular en la que la ciudadanía exprese con el voto quiénes siguen en carrera y quiénes no.

Es decir, se trata de un paso previo a las elecciones generales, tanto legislativas como de cargos ejecutivos.

Lamentablemente, la primera experiencia nacional de este sistema no fue buena. En oportunidad de las elecciones nacionales de 2011 la mayoría de los partidos o alianzas ofrecieron a la ciudadanía una sola opción, con lo cual los comicios se transformaron en una suerte de primera vuelta electoral.

La ley que rige las PASO no permite que existiendo una sola postulación por partido, o alianza, no sea necesaria la participación, puesto que para competir en las elecciones generales se exige una validación a partir de un porcentaje mínimo de votos en las PASO.

¿Por qué se expresa que el sistema tiende a convertirse en una especie de primera vuelta electoral, que distorsiona el sentido de selección de candidatos que busca la ley? Porque es muy común que las diferencias entre dirigentes de partidos mayoritarios se diriman en contiendas que enfrentan a sectores que están por adentro de las estructuras con otros que lo hacen por afuera.

Esto no le resta validez a la elección, puesto que la Constitución Nacional de ningún modo limita las posibilidades de competir libremente a cualquier ciudadano, pero sí abre un serio interrogante en cuanto a la legitimidad de las agrupaciones que sirven de plataforma de lanzamiento para cuadros directivos que optan por competir por afuera de las estructuras.

En tal sentido, la Carta Magna determina con claridad que los partidos políticos “son instituciones fundamentales del sistema democrático”, definición que conlleva una exigencia de trayectoria, experiencia en el ejercicio del poder o de la función legislativa y convocatoria expresada en el número de afiliados o adherentes.

No es el caso de partidos que sólo reaparecen con su sello y emblema en cada proceso electoral dando cobijo a ocasionales candidatos sin importar aspectos ideológicos.

En algunos casos, tales rupturas son forzadas desde el seno mismo de los partidos, especialmente cuando no se tolera el disenso, y otras veces la decisión es responsabilidad de quienes en minoría prefieren no someterse al juego de mayorías y minorías, como también expresa la Constitución al referirse al funcionamiento de las agrupaciones partidarias.

Agrava, por otra parte, esta anómala situación la actitud de candidatos que priorizan por sobre el necesario debate de ideas, el cruce de acusaciones personales, muchas veces con muy mala predisposición y falta de decoro, por lo general destinadas a horadar aspiraciones de un adversario mediante la descalificación y no por méritos políticos y personales de quien opta por agredir.

Se debe exigir una vez más de las autoridades el mayor empeño por llevar a la ciudadanía una correcta explicación de las elecciones primarias abiertas y a algunos candidatos su cuota de responsabilidad para contribuir a ese enriquecimiento democrático.

Porque si se sigue así, las PASO terminarán como otro intento fallido que no servirá en nada para mejorar el funcionamiento del sistema.

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