El inicio temprano de consumo de sustancias psicoactivas se considera un factor de riesgo clave y debe recibir atención prioritaria en los programas de prevención. Ello representa nuevos desafíos para el tratamiento de las drogas, de la salud pública y las políticas de drogas en general.
Los patrones del consumo de cannabis han estado evolucionando rápidamente en todo el Hemisferio Occidental.
Según el Informe sobre Uso de Drogas en las Américas 2015, la marihuana aumentó entre los estudiantes de secundaria en varios países de América Latina y el Caribe. Información más reciente de todo el Hemisferio muestra que el consumo de marihuana ha aumentado en ocho de los once países que tienen datos de tendencias para estudiantes de enseñanza secundaria.
En América del Norte el consumo de marihuana se encuentra en torno al 14% en Canadá y Estados Unidos y es de 2% en América del Sur. Chile presenta un consumo de marihuana del 14,5%, mientras que en Argentina y Uruguay es menor al 10%. Entre los países del Caribe, Jamaica se destaca con un registro del 15,5%, seguido de Barbados, donde el consumo es levemente inferior al 8%. La prevalencia del último año de consumo de marihuana más baja se observa en Ecuador, Panamá, Paraguay y República Dominicana, con tasas inferiores al 1%.
Cuando un individuo se droga, lo hace por causas diversas y, cuando está afectado gravemente, manifiesta una serie de reacciones diversas: físicas, psicológicas y sociales.
Por lo tanto, cualquier intento de recuperación deberá ser polidimensional y abarcar al menos dos: médico-biológica (diversos tratamientos médicos permiten aliviar en gran medida los terribles efectos de la abstinencia), y la psicosocial (acompañamiento psicológico).
Es necesario destacar, que cualquier tratamiento debe incluir ambas vertientes. Si no, está condenado al fracaso.
Lo primero a tener en cuenta, a la hora de plantear un tratamiento, es que un toxicómano no puede abandonar su problema a base de “fuerza de voluntad”. La propia naturaleza de la droga lo hace imposible. Más operativo resulta contar con las motivaciones y la propia intención del sujeto.
En Argentina se observó un leve cambio del consumo al inicio de la serie con 3,7% en 2008 y 3,2% en 2010; sin embargo, hacia 2017, la prevalencia del último año de consumo de marihuana registró un 7,8%. El cambio se observó tanto en hombres como en mujeres, según el informe sobre el consumo de drogas en las Américas 2019.
Desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) se ha señalado el peligro detectado en las nuevas camadas de consumidores, ya que la edad de inicio en el uso de esa droga bajó a los 15 años. Además, un estudio preparado por el Observatorio Argentino de Drogas agregó que entre quienes iniciaron su contacto con la marihuana a los 17 años o antes, casi 30 de cada 100 personas presentan consumo abusivo y más del 46% consumen estupefacientes frecuentemente.
Difícil es el camino a recorrer para desligarse de una adicción y reinsertarse, teniendo presente que consumía “contestando” así su rechazo a las reglas que impone una sociedad. Es por ello imprescindible que el individuo cuente con herramientas psicológicas que le permitan no derrumbarse ante el rechazo social, la desilusión, la falta de objetivos vitales y la ansiedad que provoca una sociedad competitiva.
Debemos, como ciudadanos, articular el fomento de la prevención del consumo de droga en espacios de deporte, educación, y ayudar a los responsables políticos a comprender mejor el impacto nocivo que genera el abandono del Estado.
Mercedes Petri Carbonari
DNI 40.972.865