Hacer uso de la pirotecnia no permitida por los organismos de control, beber en exceso y manejar vehículos o exponerse en ríos, arroyos o diques, son algunos de los peligros frente a los cuales se deben tomar todas las precauciones debidas para que las fiestas que se avecinan transcurran con normalidad.
Se trata de algunos de los aspectos que seguramente los mendocinos sensatos tendrán en cuenta al momento de celebrar las fiestas navideñas y de cierre de este difícil 2019 que está finalizando.
Convengamos que en esta época del año pueden ocurrir desbordes o descuidos que cambian de un momento a otro la alegría del festejo. Siempre es factible que se incrementen los percances con el estallido de peligrosos artefactos explosivos o que haya una tentación a desplazarse en automotores con exceso de velocidad y con algunas copas de más.
Los servicios de guardia de hospitales y centros de salud están alertados de esta situación y se alistan para cubrir posibles emergencias, pero sería un gran desafío para la comunidad que esas áreas de atención médica no tuvieran que intervenir o hacerlo sólo frente a casos de excepción.
Por ejemplo, el fin de 2017 y el comienzo de 2018 no fueron nada auspiciosos. Se registraron entonces cuatro muertos en percances viales. Dos circulaban en auto e igual número en motocicletas. Además en ese período hubo 37 lesionados. La pirotecnia dejó 16 heridos, cuatro más que el Año Nuevo de 2017, pero de menor gravedad.
En cambio, en el final de 2018 bajó la cantidad de heridos por pirotecnia y, afortunadamente, los siniestros de tránsito no causaron fallecidos.
Si se pudiera repetir lo que ocurrió hace 365 días, sería casi ideal, aunque inclusive la aspiración debería ser llegar a una mayor reducción de accidentados por causa de excesos o descuidos que, en general y como indican las estadísticas, afectan a personas entre los 15 y los 35 años de edad.
La responsabilidad entonces para que las fiestas transcurran en armonía es de todos, pero en mayor medida de los adultos que deben impedir que los chicos jueguen con pirotecnia, dado que por allí se desencadena la mayor demanda de atención en centros hospitalarios, en sucesos que se podrían evitar.
Conviene recordar que detrás del accidente de un chico, siempre está la incumbencia de un adulto.
Otro aspecto que preocupa mucho son los siniestros en calles y rutas durante las jornadas festivas, en especial porque siempre acecha el temor de conductores con una indebida cantidad de alcohol en sangre, circunstancia que deriva en la pérdida de reflejos y frenos inhibitorios.
La Policía de Mendoza asegurará controles de alcoholemia en el territorio, pero nunca serán suficientes para impedir que infortunadamente se produzcan algunas excepciones.
Los balnearios y cursos de agua naturales, como ríos, arroyos o diques, tendrán vigilancia, al igual que los nuevos escenarios en el Gran Mendoza, con las playas artificiales que habilitó el municipio de Luján de Cuyo en el río Mendoza (Las Compuertas) o en El Carrizal.
Pero siempre será necesario una cuota de sentido común entre quienes disfruten de los espacios al aire libre porque es imposible que un rescatista o cuidador esté detrás de cada acampante.
En síntesis, si los ciudadanos actuamos con sensatez y vigilamos a los chicos, además de descartar conductas violentas o fuera de los marcos de convivencia, los mendocinos tendremos la excelente oportunidad de pasar las fiestas en una clima de sosiego, templanza y la familia reunida, y convertir estas jornadas en días sin malas noticias como son las que nos remiten a accidentes y desgracias con saldos en muertos o heridos, una manera muy mala de terminar las fiestas.
