Chau invicto. Y duele mucho. Porque más allá de que Maipú jugó su peor partido del torneo, no mereció perder. Situaciones de peligro generó por doquier.
Pero, no estuvo fino y lo padeció. En el primer contragolpe hilvanado por la visita, el Cruzado no cerró bien los espacios y apareció el “Luto” Molina en el área, enfrentó a Oscar Olguín, y definió con clase. A su estilo. La picó, pegó en el travesaño y entró. Golazo.
Sin dudas, fue un golpe al mentón. Inesperado. Sin embargo, la propuesta de juego del elenco sanjuanino no fue para nada mezquina. Línea de tres en el fondo, cuatro volantes, con dos carrileros que a la hora de recuperar el balón, ocupaban los laterales de la última línea.
Este planteo, produjo que cada avance del Cruzado fuera un dolor de cabeza. Ni Sergio Sánchez, ni Daniel Díaz perdieron casi toda la tarde con Martineli por izquierda y Olivari por el sector contrario. Y como plus, tuvo a “Luto” Molina, conocido de la casa, que se movió por todo el frente de ataque a gusto y piacere.
En el complemento, Carlos César Sperdutti tiró todo el arsenal ofensivo al campo de juego: Coria, Piergüidi y Delorte. Pero, no funcionó. No hubo sintonía. Y la referencia en el área se fue diluyendo con el correr de los minutos.
Matías Guerra estuvo muy impreciso. Pero, de sus pies, nacieron las asociaciones colectivas más interesantes. Sin embargo, cuando fue reemplazado, el volumen de juego Cruzado se resintió. Faltó pausa y el toque de distinción.
Por esta razón, cayó en una cataratas de imprecisiones que no le permitieron llegar a la igualdad. Primera derrota, chau invicto, pero el Cruzado sigue en lo más alto. Y esa posición es la que tiene que defender la próxima semana en San Luis.