Presión regional contra Maduro

Lo que sucede en Venezuela es extremadamente grave porque está en juego la vida de millones de ciudadanos. Por eso resulta comprensible el planteo formulado por más de once países, mientras que a la vez son inaceptables algunas declaraciones como la del e

Presión regional contra Maduro

Más de una veintena de muertos en lo que va del mes; el principal hospital de niños que debió ser evacuado como consecuencia de los gases lacrimógenos que el Ejército y la policía lanzaron para reprimir a los manifestantes y grupos de gente desesperada que avanza sobre los negocios para conseguir comida, es el triste saldo de una Venezuela que se debate en un enfrentamiento estéril y que corre el serio riesgo de caer en una guerra civil.

Los países de la región, con la Argentina a la cabeza, han manifestado su inquietud y preocupación y han exhortado al respeto a los valores democráticos ante un presidente como Nicolás Maduro que sigue insistiendo en que lo que sucede responde a la presión de "grupos de derecha" que presionan para que finalice el régimen bolivariano que está dispuesto a defender.

Lo que sucede en Venezuela no es más que el resultado de una política errónea llevada a cabo por un gobierno que, lejos de respetar el Estado de Derecho, ha preferido optar por la fuerza en base a fuerzas armadas cada vez menos leales y a "colectivos" armados, como se los denomina a las milicias populares.

El resultado no podía ser otro que el de los enfrentamientos entre quienes quieren mantener el status quo y aquellos que reclaman la convocatoria a elecciones para renovar el mandato presidencial, el funcionamiento pleno del Parlamento y la liberación de los presos políticos.

El país caribeño, considerado el mayor depósito petrolero del mundo, vivió momentos de gloria mientras el precio del crudo estuvo en alza.

Sin embargo, en lugar de aprovechar la situación para desarrollar industrialmente al país o para generar una política económica con miras al largo plazo, el gobierno, en su afán de fortalecer la denominada "revolución bolivariana" intentó "exportarla", concurriendo en ayuda a otros países de la región y a apoyar financieramente las campañas políticas de algunos presidentes latinoamericanos.

Con la caída del precio del valor del petróleo y esencialmente con la muerte del líder e ideólogo de la revolución, Hugo Chávez, la situación interna de Venezuela se modificó sustancialmente.

Ni el actual presidente, Nicolás Maduro, ni Diosdado Cabello (otro de los líderes revolucionarios) estuvieron a la altura de las circunstancias.

La inflación ganó espacios (es una de las más altas del mundo), la desocupación es permanente como consecuencia del cierre de fábricas y el desabastecimiento es una constante a punto tal que ha llegado a los productos básicos, como el pan (ocho personas murieron al intentar saquear una panadería), la leche, la carne y otros no menos importantes, como el papel higiénico, a lo que se suman problemas extremos para adquirir medicamentos.

El presidente Nicolás Maduro desestimó el año pasado un reclamo de más de dos millones de firmas para que convoque a un plebiscito revocatorio.

Muchos pensaban (como realmente ocurrió) que lo que intentaba el primer mandatario era postergar las elecciones hasta después de haber cumplido la mitad de su mandato, que fue en el mes de enero, lo que le permitiría al chavismo mantener el poder hasta dentro de tres años.

Sin embargo, han pasado más de 90 días y Maduro no parece dispuesto a convocar a elecciones.

Lo que sucede en Venezuela es muy grave porque está en juego la vida de millones de habitantes, mientras políticamente la región se encuentra afectada por un régimen dictatorial que no respeta las libertades individuales y el Estado de Derecho.

Por ese motivo resulta comprensible y aceptable el planteo formulado por nueve países de la región, a los que se sumaron Estados Unidos y la Unión Europea, condenando la violencia y planteando que se convoque a elecciones.

Mientras que por el lado inverso,  resulta inaceptable y repudiable la afirmación del ex director de la Agencia Federal de Inteligencia, Oscar Parrilli, al afirmar que a Maduro "No lo critican por los errores, sino por sus aciertos, como a nosotros” (el kirchnerismo).

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