La Presidenta y los "dueños de la pelota”

En una actitud por demás sectaria, la Presidenta de la Nación ignoró y/o despreció a los triunfadores de las PASO llamándolos meros “suplentes” de intereses económicos y mediáticos, de empresarios y sindicalistas, a una parte de los cuales convocó a una

La Presidenta y los "dueños de la pelota”

La primera reacción de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, tras la derrota del domingo 11 del presente mes, fue la denostación a los que vencieron a las listas del Frente para la Victoria (en especial a Sergio Massa) acusándolos, entre otras cosas, de faltos de representatividad.

La primera mandataria dijo, en oportunidad de la convocatoria a la reunión con algunos empresarios, banqueros y gremialistas realizada este miércoles en Santa Cruz, que su intención es dialogar a con “los verdaderos jugadores”, y “no con los suplentes que me ponen en las listas”. “Éste no es un partido para suplentes; es para titulares de intereses y representaciones”. Agregó: “Yo no soy suplente de nadie, soy la presidenta de los 40 millones de argentinos”.

En un capítulo más de la estrategia de descalificación con que el oficialismo suele tratar a quienes se permiten disentir con sus políticas y metodologías, la titular del Poder Ejecutivo quiso señalar a Sergio Massa y a todo aquel político que tomara trascendencia por derrotar a sus candidatos a lo largo y a lo ancho del país.

A todos los caracterizó como representantes de sectores opuestos o enemigos de la democracia y, por ende, exponentes de intenciones desestabilizantes para su gobierno al ser, todos ellos, meros testaferros de poderes económicos o mediáticos.

Una insólita y, a la vez, inaceptable reacción de la señora presidenta ante un revés electoral muy propio de los vaivenes democráticos y una actitud preocupante, por ser para nada republicana, que expresó una ira nada contenida por el resultado adverso de las elecciones. Esto la condujo a no expresar la más mínima autocrítica y a responsabilizar, por su fracaso, como hace siempre, a cualquiera que no sea ella.

La primera mandataria de la Argentina parece confundir representatividad popular con influencia de intereses corporativos. Como si el surgimiento de Massa, la reinserción política nacional de Julio Cobos, el crecimiento de la centro izquierda en la ciudad de Buenos Aires u otros distritos y los imprevistos reveses de muchos de los gobernadores de las provincias conducidas por el peronismo, no reflejara otra cosa que el hartazgo de una mayoritaria parte de la ciudadanía con un estilo de ejercicio del poder que sólo admite la injerencia de las mayorías cuando éstas están de acuerdo con lo que piensa la Presidenta. Según la lógica del kirchnerismo, si las mayorías se vuelven opositoras, pasan a ser representativas de intereses destituyentes.

Así, Cristina Fernández apela a términos deportivos para considerar “suplentes” a políticos respaldados por el voto popular que superaron en las urnas a sus candidatos. Y, a su vez, para calificar de “dueños de la pelota” a empresarios, banqueros y gremialistas (como si estos últimos no fuesen meros representantes de los trabajadores) que, en muchos casos, responden a corporaciones que durante años fueron inexplicables aplaudidores de los designios presidenciales.

La Presidenta se equivoca en su apreciación. Una primera conclusión del encuentro en el Sur argentino, con el pretexto de dar apertura a una supuesta “mesa de diálogo”, prueba que su ceguera política y también la de quienes la secundan, es cada vez más aguda.

Al alertar que no se deben esperar grandes cambios en el rumbo de la economía ante sólo una porción de los necesarios interlocutores para encarar la búsqueda de consensos, nos demuestra que, en realidad, la señora Cristina Fernández de Kirchner se considera la única “dueña de la pelota” y a ella deben someterse, sin crítica ninguna, los cuarenta millones de argentinos, ya que ella supone que todos somos meros “suplentes” de su exclusiva titularidad, como si en vez de Presidenta fuera la dueña de la Argentina y los argentinos.

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