Presidencialismo hegemónico y nepotismo

La sorpresiva aparición pública del hijo mayor de la presidenta de la Nación en un acto político de notable repercusión, instaló en el país una especie de anticipado plebiscito sobre la gestión de más de una década ejercida por su padre y su madre, Néstor

Presidencialismo hegemónico y nepotismo

Al desafiar a la oposición con aquello de "si están tan interesados en derrotar al kirchnerismo, ¿por qué no compiten con Cristina?", el hijo mayor de la Presidenta no sólo envalentonó a nostálgicos de un poder cristinista eterno que el resultado electoral de octubre último erradicó completamente, sino que volvió a generar dudas sobre las verdaderas intenciones políticas de quienes ostentan la conducción del país hasta el 10 de diciembre de 2015.

Es que aquellos sueños de prolongación de la hegemonía kirchnerista sólo podían prosperar con una nueva y forzada enmienda constitucional, puesto que la Carta Magna actualmente no permite más de una reelección consecutiva del Presidente de la Nación. 
Es por ello que cualquier pretensión monopólica de Cristina Fernández de Kirchner caducará con la finalización de su mandato presidencial.

Antes de la muerte de Néstor Kirchner, la alternancia en el ejercicio de la primera magistratura del por entonces matrimonio presidencial llevó al kirchnerismo a completar más de una década al frente de la conducción del país, reiterando vicios políticos muy propios de quienes a lo largo de la historia han abusado del ejercicio de la función pública, a lo que hay que agregarle la siempre latente amenaza que, entre desaciertos políticos y económicos y permanentes gestos de autoritarismo, asediaron a la República con su pretensión monopólica.

Fue un tiempo que dejó de enseñanza cómo la democracia necesita muchas veces de acciones correctivas que le pongan límites a quienes pretenden valerse de ella para imponerse y dominar al resto a través de su poder hegemónico.

Así, la presentación en sociedad del hijo de la Presidenta no puede ser considerada como un dato más o un hecho político aislado. Por el contrario, pareciera que alguien quisiera instalar la idea de que el país necesita sólo del kirchnerismo y, en todo caso, que éste no puede subsistir si no es con el apellido Kirchner en escena.

Un total menosprecio hacia quienes desde el oficialismo pretenden válidamente iniciar otra etapa política.

Es éste, también, otro gran defecto que lamentablemente caracteriza a buena parte de la dirigencia partidaria argentina: el nepotismo. Esa insana inclinación que tienen los funcionarios públicos para ubicar a familiares o amigos sin tener en cuenta méritos o idoneidad sino la lealtad que surge del parentesco o el compromiso político.

El nepotismo de ningún modo es garantía de cambio, sino todo lo contrario. Y para algunos pensadores, es por lo general sinónimo o antesala de corrupción.

La gran mayoría de la ciudadanía argentina ha pedido con su voto que en nuestro país desaparezcan los presidencialismos hegemónicos y den paso a una etapa democrática que garantice la vigencia de una república pluralista y de consensos, en la que los competidores políticos sólo pretendan ocupar el lugar de rotación que dispone la voluntad del electorado.

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