Podría ser el paisaje de montaña que los espera todas las mañanas. Podría ser la fortuna de vivir a metros de lo urbano, pero también a metros de la dinámica rural. Podría ser la comodidad de sus modernas casas y amplios jardines. Podría sumar el ser tenido por uno de los complejos habitacionales mejor cotizados de Tupungato. Sin embargo, para los vecinos del barrio Presidencia III lo que hace inigualable a este lugar es la calidez y camaradería de los que allí residen.
"Acá lo que sobra es la solidaridad. No somos de meternos en la vida del otro, pero si alguien tiene un problema salimos todos a ayudarlo", comenta Elba Rosa Guzmán, conocida por todos como Pocha.
En horario de clases, el barrio luce casi desértico. Pero basta que llegue la tardecita para que los chicos ganen la plaza y las calles, sin que los padres deban preocuparse por el peligro. En verano, se suman los matrimonios -los hay jóvenes y viejos- que salen con el mate o alguna bebida en mano para compartir con sus vecinos comentarios, novedades del pueblo o los "retazos de la vida que siempre son más digeribles entre amigos".
Aunque no tiene custodia, este barrio presenta una apariencia de complejo semiprivado. Tiene sus ingresos por el oeste, por el carril Urquiza, y luego está cercado por una pared natural de siempre verdes, árboles y alambrados que los separan de una empacadora, viñedos, nogales y propiedades privadas que lo circundan.
Pese a estos toques de paisaje rural, el Presidencia es un barrio urbano. Se encuentra a menos de un kilómetro del centro departamental, sobre la ruta que conduce al distrito La Arboleda y a Tunuyán por Zapata. Décadas atrás, este sector de la villa cabecera estaba destinado a cultivos e industrias, pero en los últimos años la población se ha expandido bastante sobre este costado noreste del centro tupungatino.
Barrio de intendentes
"Al principio, este terreno estaba todo sembrado con nogales", contó Teresa Rivas de Manzano. Fue una cooperativa la que adquirió esta tierra y comenzó a venderla por lotes, reuniendo a un grupo importante de vecinos, hace más de 20 años. Entonces la mitad de los propietarios (unos cincuenta) ingresaron al Banco Hipotecario y a través de esta entidad construyeron sus viviendas.
El resto de los dueños han ido levantando sus casas con diseños, proyectos y tiempos propios. Incluso todavía quedan algunos espacios baldíos. Aunque la mayoría ha renovado sus fachadas iniciales, aún se puede percibir una diferencia entre el sector nuevo y viejo del barrio por su estilo arquitectónico.
El acto de inauguración fue sencillo, pero muy sentido. El 22 de diciembre de 1994, los vecinos se reunieron en una esquina del barrio con las autoridades provinciales y municipales y recibieron las llaves de sus flamantes casas.
El entonces intendente radical José 'Pepe' Martínez, participó del evento como autoridad, pero también como uno de los vecinos que recibía su llave. Actualmente, el ex jefe comunal conserva su vivienda en la última calle del complejo. Pero no es el único que vivió allí. El actual cacique tupungatino, Joaquín Rodríguez, también adquirió una casa, que se encuentra a una calle de la placita. Otros funcionarios y empresarios del departamento viven actualmente en el lugar.
Entre amigos
Si bien la presencia de los máximos referentes políticos tupungatinos pudo facilitarles ciertos trámites, todo lo que han conseguido los vecinos ha sido a fuerza de organización y compañerismo. "Ahora no tenemos una unión vecinal, pero nos reunimos apenas surge algo por qué reclamar", sostuvo Teresa.
Ella fue presidenta de la Unión vecinal por 12 años. A través de la entidad, el vecindario gestionó la colocación del gas y, hace unos ocho años atrás, logró que el municipio le construyera la plaza, el principal punto de reunión del barrio.
Cuando compraron las carpetas, muchos no sabían con quién tendrían que convivir en el futuro. Ahora agradecen el grupo que reunió el destino.
"Acá hay mucho respeto entre nosotros. Hay personas de distintas edades, pero todos aprendimos a compartir el espacio y las cosas que nos pasan", comentó Cecilia Guidone.
El hecho de que sus hijos hayan podido crecer en "banditas" de amigos, al aire libre y con la seguridad de que "la mirada de los vecinos" los protegen y cuidan es algo que destacan los matrimonios que viven en este complejo residencial.
También está Pocha, que constituye un capítulo aparte. La mujer es la encargada de vigilar las casas, cuando sus vecinos se van de vacaciones. También es la que oficia de 'placera sin sueldo'. Como vive frente a la plaza, se hizo cargo de controlar que los chicos no peleen, no salgan a la calle ni estropeen el césped. "A veces soy la mujer en pijamas que sale a retarlos", se ríe la mujer.
Puntos de reunión
La plaza San Nicolás estuvo proyectada desde el comienzo. Pero por años sólo constituyó un "verdadero potrero donde los chicos hacían de las suyas y volvían a sus hogares rebozados en tierra desde la cabeza a los pies", comentan.
Después de una larga lucha, hace ocho años la plaza fue construida e inaugurada. Cuenta con bancos, amplios jardines y una glorieta donde -cuando el sol no aprieta demasiado- juegan los niños y conversan los grandes.
Aún de tierra y monte, este espacio fue el que siempre reunió a las familias del barrio. Allí se organizaban los pesebres para Navidad, donde pequeños y adultos mostraban sus dotes actorales. También, se montaban los festejos para el Día del Niño, con juegos y mesas de comida. Ahora, además es donde se reúnen en interminables mesas a brindar y compartir buenos deseos para las Fiestas.
Las mujeres del barrio también tienen otro sitio de reunión y es la ermita dedicada a la Virgen de San Nicolás. La misma recibe a los propios y visitantes sobre la ruta de ingreso y allí se reúnen periódicamente las mujeres a orar juntas. Una fecha fija es el 25 de setiembre, cuando realizan la novena dedicada a su Madre y protectora del barrio.