El grave caso de botulismo en un bebé de San Carlos, echó luz sobre una enfermedad 'poco frecuente', pero en franco crecimiento en el país. En contra de lo que se cree, en Mendoza el botulismo en lactantes tiene mayor incidencia, que el producido en la población general por la ingesta de alimentos mal conservados.
Por sus condiciones geográficas, climáticas y de producción netamente agrícola, el Valle de Uco aparece a la cabeza de las estadísticas provinciales.
Un estudio local, encontró un 62% de prevalencia de las esporas botulínicas en suelos de Tupungato y que 92%de los bebés afectados tenían padres que trabajaban en la agricultura.
Este tipo de botulismo se presenta en bebés menores de un año, sobre todo en los primeros seis meses de vida, cuando aún falta madurez en los órganos del aparato digestivo. Se produce por el contacto con la tierra, que es el hábitat donde viven las esporas de Clostridium.
Esta enfermedad -que por su baja incidencia está dentro del grupo de las llamadas raras- cobró relevancia en Mendoza al conocerse el caso de Fausto, un bebé de San Carlos de un mes de vida que se encuentra en estado grave, conectado a un respirador artificial y alimentado por sonda en terapia intensiva del Notti.
Su mamá, Diana Ortega, comenzó a percibir los síntomas el domingo 29 de octubre y su odisea terminó varios días después, cuando tras pasar por las guardias de dos hospitales del Valle de Uco, una pediatra lo derivó de urgencia al Notti.
Eugenia Narváez, también de San Carlos, también sufrió este “calvario”. Su hijo Alejo tiene 7 meses y estuvo dos veces en terapia del Notti a causa de botulismo del lactante y una reincidencia. Al principio fue diagnosticado de gripe en el Scaravelli, hasta que los análisis de sangre y materia fecal confirmaron la enfermedad.
Si bien los datos muestran que Mendoza está segunda en casos de botulismo, estos se refieren al producido por alimentos en población infantil y adulta. En cuanto al lactante, la Provincia ocupa el cuarto lugar, aunque con una incidencia mayor por lo reducido del grupo etáreo en riesgo.
“Es una patología en aumento. Se empezó a estudiar en EEUU en el '76. Los casos comienzan a registrarse en el país en el '82 y en la primera década sólo hubo de 2 a 8 por año. Luego se da un avance sostenido, que llegó a los 60 casos anuales en el 2014”, informó Rafael Fernández, docente emérito a cargo del Laboratorio de Botulismo en Ciencias Médicas de UNCuyo.
“Mi hijo no tenía fuerza para tomar la teta, ni para llorar, sufrió constipación y se puso como 'blandito”, relata Eugenia. Fernández indicó que la toxina ataca al sistema neuromuscular, por lo que produce parálisis, como “si el bebé no tiene fuerzas”.
El especialista señaló como atenuantes los probióticos de la lactancia materna, la higiene en todo lo que tiene contacto con el bebé. En cuanto a los agravantes, la ingesta de miel o te de hierbas o el uso de plumeros o lampazos que dejen polvo en suspensión.
Zona árida y viento Zonda
La realidad de zona árida, con continuos episodios de viento Zonda, escasas precipitaciones, una geografía de depresión cordillerana y una economía netamente agrícola hacen que el Valle de Uco sea la región de Mendoza con mayor incidencia del botulismo lactante.
El especialista Rafael Fernández señaló que “de los ocho casos registrados en Mendoza en lo que va de 2017, tres son del Valle de Uco”.
Un estudio de 2010, realizado por el bioquímico tupungatino Octavio Carlos Berducci, buscó explicar las causas por las que de los 134 casos de botulismo lactante que Mendoza registró desde el '82 hasta 2015, 48 pertenecían al Valle de Uco y 24 a Tupungato.
Fue su tesis para la especialización en Bacteriología Clínica en la universidad de San Luis y trabajó en el laboratorio de la UNCuyo, junto a Fernández y Laura De Jong. Entrevistó a todas las familias tupungatinas, cuyos hijos habían sufrido la enfermedad y tomó muestras de los terrenos aledaños a esas viviendas. El trabajo mostró una alta prevalencia de toxinas en el 62% de las muestras.
También, saltó que el 92% de los pacientes, tenían padres que trabajaban en la agricultura (tractoristas, agricultores, obreros de galpones de ajo, etc.). Casi el total de los casos se presentan en los meses de invierno y primavera, donde hay más presencia del Zonda.
“El secreto está más que nada en la prevención. Es importante que los padres se higienicen las manos y ropa antes de alzar al bebé o de preparar sus alimentos, que limpien la casa con trapos húmedos, que se protejan del Zonda tapando los resquicios de ventanas y puertas; que no usen lampazos, escobas o plumeros”, dijo Berducci.
Las claves
Botulismo en el lactante. Se da en menores de un año, sobre todo en los primeros seis meses. Se genera mayormente por el contacto con la tierra, el hábitat natural de las esporas de Clostridium.
Síntomas.Hipotonía, constipación y pérdida de reflejo fotomotor. También somnolencia, indiferencia, disminución del apetito, llanto débil, babeo, etc.
Recomendaciones. Reforzar la higiene personal y de las prendas de vestir antes de tener contacto con el bebé o al preparar su alimento. No darle miel ni jarabe de maíz ni té de hierbas. Ventilar la vivienda, asearla con trapos húmedos o con aspiradora.