Acercándose el final de la primera parte del largo y complejo proceso electoral en los EEUU, aparecen signos preocupantes para gran parte del mundo.
El mes próximo terminarán las elecciones primarias y en julio ambos partidos, Demócrata y Republicano, celebrarán sus Convenciones Nacionales que consagrarán sus candidatos a presidente. Ahí comenzará la última etapa, que finalizará con la elección el primer martes de noviembre.
Pocas veces el proceso electoral norteamericano ha logrado atraer tanta atención. La aparición en el Partido Republicano de un candidato sin antecedentes en la política pero ampliamente conocido por sus programas televisivos, el extravagante y carismático multimillonario Donald Trump (DT), ha sacudido los cimientos del sistema político de su país.
Hace menos de un año prácticamente nadie lo tomaba en serio ni le adjudicaba chances de ganar la interna de sus partido, frente a otros candidatos con pergaminos políticos. Ahora ya es el virtual candidato y ha sido apoyado formalmente por el presidente del partido.
Por el lado del Partido Demócrata, si bien Hillary Clinton (HC) lleva la delantera con cierta comodidad, Bernie Sanders (BS), que se define como socialista, sigue dando pelea con resultados favorables en muchos Estados. El 7 de junio serán las primarias y se definirá la lucha.
Pero algunos comentaristas no descartan que BS pueda optar a presentarse “por afuera”. También se especula que pudiera aparecer, dada las características particulares de la elección, un tercer candidato independiente que aproveche el alto rechazo que concitan DT y HC entre los votantes.
Pero lo verdaderamente preocupante son los cambios en las ideas y posturas políticas que expresan los candidatos, donde las propuestas extremistas de DT han marcado la agenda en temas trascendentes, obligando a HC a dar giros inesperados en sus posturas.
Caso emblemático que interesa al mundo y a la Argentina es el violento ataque de DT a la globalización, al libre comercio y a los Tratados firmados por EEUU; a éstos atribuye el malestar económico una parte de la sociedad norteamericana. Propone lo contrario, dejarlos sin efecto, cerrar la economía, aislar al país, aplicar aranceles prohibitivos a los productos de China.
“Primero EEUU, recuperar la grandeza del país”, son algunos slogans favoritos que encuentran apoyo en amplios sectores sociales que se perciben desplazados por las políticas aplicadas hasta ahora y comparten un cierto sentimiento de decadencia del país. DT ha llevado un frontal ataque al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) firmado el año pasado entre los países asiáticos (excluido China), los EEUU y varios países americanos. Es el tratado de libre comercio más importante firmado hasta la a fecha.
La crítica de DT ha obligado a HC, que lo había apoyado como muy importante, a rectificarse y sostener ahora que no lo apoya y que hay que revisarlo. Este Tratado aún no ha sido aprobado por el Congreso y los pronósticos son pesimistas al respecto. Igual rechazo ha recibido por parte de DT el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) lo mismo con el que está gestando Tratado Transatlántico entre EEUU y la UE.
En estos temas, como en los ataques a los ricos (a pesar de ser millonario), a las élites empresariales y universitarias, el derechista Trump coincide con el socialista Sanders.
Sin poder abarcar en este espacio todas las cuestiones, se puede resumir que la política norteamericana se inclina hacia un fuerte nacionalismo, exaltación de patriotismo, proteccionismo, repliegue de sus obligaciones internacionales. Por cierto abundan las teorías conspirativas y las propuestas demagógicas facilistas, populistas. Notable paradoja: a nosotros nos ha llevado doce años salir de este tipo de políticas, y EEEU parece dispuesto a entrar.
