Los datos surgidos de organismos oficiales son concluyentes: desde 2008, año en que se instrumentó la medición, hasta la fecha, la cantidad de robos, homicidios y violaciones han ido siempre en alza. La publicación del Ministerio Público Fiscal hace alusión a lo que sucede en el Gran Mendoza, que incluye a Lavalle y a la Zona Este, porque el Valle de Uco y la Zona Sur quedaron fuera de la medición, en razón de que aún no se ha implementado el nuevo Código Procesal.
Es necesario aclarar, además, que se toman en la estadística los casos denunciados, pero valdría señalar también que muchos delitos, en su gran mayoría de menor cuantía o peligrosidad, no son denunciados ante la Justicia. Debe señalarse también que en el caso de drogas, secuestros extorsivos, trata de personas o delitos en rutas, la jurisdicción recae en la Justicia Federal, razón por la cual no son tomados en cuenta por el Ministerio Público Fiscal.
Al hacer alusión a los números concretos, el informe destaca que en 2014 hubo 137 homicidios, lo que acarreó un aumento de casi 25 por ciento en relación con el mismo período de 2013.
En el caso de los robos agravados, aquellos en los que se utilizan armas, los que se cometen en banda, en los que hay un escalamiento o rotura de una instalación para facilitar la comisión del delito, entre otros casos, y que incluyen entraderas, asaltos domiciliarios, en la calle o a comercios, por dar ejemplos de los hechos más comunes en Mendoza, estos delitos también aumentaron en el último año. De los 13.052 denunciados en 2013, la cifra creció a 14.657, lo que significa un aumento de 12 por ciento.
En relación con los delitos contra la integridad sexual con acceso carnal registraron un incremento de 21 casos; en 2013 se denunciaron 133 y en 2014, 152. El mes en el que más casos se expusieron ante la Justicia fue junio, que registró 19 casos.
Se trata de datos preocupantes que no hacen más que ratificar la percepción que tiene la gente y que echa por tierra aquella bandera que intentó levantar el kirchnerismo cuando, en un intento de morigerar la inquietud y la preocupación, destacó que lo que realmente había era una "sensación" de inseguridad.
Paralelamente, también habría que hacer mención a lo que sucede a diario en otros ámbitos, como por ejemplo el incremento llamativo en la irritabilidad de la gente y que se presenta en hechos cotidianos, como las discusiones en el tránsito; la falta de respeto hacia quienes no coinciden política o ideológicamente con nosotros, un tema que fue fomentado -y aún siguen haciéndolo- por funcionarios del gobierno nacional, incluyendo a la propia Presidenta, un aspecto que no puede concebirse en un sistema democrático.
Violencia que se transmite también a los espectáculos deportivos y que ha llevado a los directivos encargados de organizar los torneos a prohibir la presencia de público “visitante”, una medida que suele ser evadida con la calificación de “neutrales”, como ha sucedido en Mendoza.
Lo cierto, lo real y lo concreto es que la violencia y la intolerancia ejercidas por unos pocos -los menos- se han impuesto y tienen en vilo al grueso de la población que sólo quiere vivir en paz y con tranquilidad. Pero se trata de un problema complejo en el que están comprendidas distintas variables que han llevado a que la sociedad se encuentre enferma.
Es por ello que la solución no puede quedar en manos de un gobierno sino que es responsabilidad de toda la dirigencia, más allá de su pertenencia partidaria, que debe comenzar a trabajar en políticas de Estado que permitan recuperar aquella sociedad que muchos recordamos con nostalgia y que pareciera haberse perdido en el tiempo.
