Durante los últimos años -podríamos señalar la última década- se ha escuchado con insistencia que la agricultura, especialmente los granos y esencialmente la soja, han desplazado a la ganadería desde las tierras fértiles hacia la zona de secano.
No se equivocan quienes realizan esa afirmación y Mendoza es una muestra acabada de ello, en razón de que se ha incrementado superlativamente la cría de ganado en las zonas áridas, y lo que inicialmente se concentró en la zona sur, especialmente San Rafael y General Alvear, se ha ido ampliando hacia otros sectores, como Santa Rosa, La Paz y Lavalle.
Pero lo que no se dice en realidad es el motivo por el cual aquellos ganaderos decidieron adoptar la decisión de pasarse a la agricultura. Porque todo lleva a indicar que responde a erróneas políticas nacionales que se han esmerado en poner trabas a la comercialización y exportación de carne bovina, lo que no sólo ha generado una caída en la recaudación sino que ha tenido también un fuerte impacto en el consumo interno.
No deberíamos olvidar que, durante la crisis del campo, el ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner, llegó a asegurar que la gente del campo prefería plantar yuyos -en relación a la soja- que criar vacas, mientras en otro de sus discursos criticaba a los frigoríficos que habían ofrecido exportar los cuartos traseros de los animales y derivar los cuartos delanteros para el mercado interno.
El Gobierno puso trabas entonces a la salida de carnes al exterior, a punto tal que nuestro país no alcanza actualmente a cubrir la cuota Hilton, que es el cupo de carne de alta calidad y valor que la Unión Europea otorga al resto de las naciones para introducir esos productos en su mercado.
Los resultados, de acuerdo con lo señalado por especialistas, han generado que la Argentina resigne ventas por unos 6 mil millones de dólares en los últimos cuatro años, producto de "una falta de modelo exportador, la volatilidad que ofreció el tipo de cambios y una política comercial adversa", según indica un informe del Ieral. Pero no todo queda en el plano de las exportaciones sino que el problema afecta seriamente a la industria en general. Sucede que en los últimos 4 años la Argentina ha perdido 12 millones de cabezas de ganado. En opinión de los especialistas, en el mejor de los casos y recomponiendo a un nivel de 1 millón de cabezas por año, nuestro país necesitará 12 años para recomponer lo que se perdió en 4.
Respecto de la salida de carne bovina al exterior, se indicó que la Argentina volvió a incumplir la cuota Hilton, como consecuencia de la crisis del sector y el retraso en la asignación de los cupos. Se asegura que actualmente está cerrado el 20 por ciento de los frigoríficos y que se faenan 10 millones de cabezas al año, cuando la capacidad de la industria podría llegar a los 15 millones. El problema no sólo afecta a los trabajadores del sector sino que alcanza a la población en general y, en ese sentido, se asegura que en la actualidad se paga 120 por ciento más por la carne y se consume 20 por ciento menos que hace cuatro años.
Otro de los aspectos a considerar radica en el hecho de que mientras la Argentina mantiene el mismo stock ganadero que hace cincuenta años (45,7 millones de cabezas en 1952 y 48,9 millones en 2013), Brasil y Uruguay han tenido un crecimiento exponencial en la actividad. Brasil, con 180 millones de cabezas se encuentra en segundo lugar a nivel mundial, después de la India, mientras Uruguay, después de tener un stock mínimo hace menos de una década, cuenta actualmente con 12 millones de cabezas.
Los aspectos señalados obligan a señalar que la Argentina debe reconsiderar la política implementada respecto de la ganadería. Los errores cometidos afectan a todo el abanico, tanto interno como externo y alcanzan también a amplios sectores de la producción local que han decidido volcarse a la actividad ganadera ante los problemas que la carencia de agua genera para la agricultura.
Preocupante caída del ganado vacuno
De acuerdo con lo afirmado por representantes del sector, la Argentina resignó ventas de carnes al exterior por 6 mil millones de dólares. En ese mismo período se perdieron 12 millones de cabezas de ganado, situación que también afectó al mercado interno.
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