Brasil es el principal mercado hacia el cual van dirigidos los productos que surgen de la actividad agrícola local. De allí que todo lo que está sucediendo con la caída económica del gigante sudamericano tiene especial incidencia sobre la provincia, tomado desde dos vertientes: por un lado, la posibilidad de que comience a aplicar algún tipo de medida para-arancelaria en su afán de defender a los productores de su país; por el otro, porque la caída en el poder adquisitivo en gran parte de la población genera paralelamente una retracción del consumo, entre los que pueden encontrarse aquellos productos provenientes de Mendoza.
Hacia Brasil va dirigida la casi totalidad del ajo que se produce en la provincia. Es el mercado principal hacia el cual se destinan las aceitunas preparadas y el aceite de oliva; las peras, las manzanas y gran parte de las hortalizas en fresco que se exportan y, en el caso de los vinos, se ubica en el tercer lugar de destinos, superados sólo por Estados Unidos y Canadá, en ese orden.
Sucede que son varios los aspectos que contribuyen para que esa situación se plantee. Esencialmente, el hecho de que Brasil forma parte del Mercosur, lo que determina -por el simple hecho de la libre circulación de productos entre los Estados miembro- la eliminación de aranceles, que los productos mendocinos tengan mayores posibilidades de competitividad frente a otros países con los que se aplican aranceles externos comunes.
Todo funcionó muy bien e inclusive hubo aumentos permanentes en las exportaciones locales hacia ese país, hasta mediados del año pasado, en que la economía brasileña registró dos trimestres consecutivos de contracción, lo que generó que ingresara en recesión, situación que llegó a poner en dudas las posibilidades electorales de Dilma Rousseff.
Y se han profundizado este año, en que la producción industrial cayó 1,2 por ciento de marzo a abril, con lo que la actividad lleva acumulada una contracción de 4,8 por ciento, el peor resultado desde 2009 cuando, debido a la crisis internacional, la caída fue de 7,1 por ciento. La producción industrial cayó 1,4 por ciento en febrero, 0,7 por ciento en marzo y 1,2 por ciento en abril. Los bienes de capital cayeron 5,1 por ciento, los durables 1,8 por ciento y los de consumo 1,9 por ciento.
Según un estudio, los sectores que más empujaron los resultados negativos fueron los de vehículos automotores (-2,5%), industria clave que suma siete meses seguidos de retracción; otros equipos de transporte (-8,5%); máquinas, aparatos y materiales eléctricos (-5,4%); productos químicos y farmacéuticos (-5,3%); perfumería y artículos de higiene y limpieza (-3,3%); electrónica y óptica (-3,2%); metalúrgica (-2,4%); productos de goma y material plástico (-2,3%); bebidas (-2,2%), celulosa y productos de papel (-2,2%).
En comparación con el mismo período de 2014, la producción industrial se desplomó en abril 7,6%. El deterioro de los indicadores macroeconómicos llevó al propio gobierno de la presidenta Dilma Rousseff -reelegida en octubre pasado- a prever para este año una recesión, con una reducción del PBI de alrededor de 1,2%. A ello se suman denuncias de corrupción que afectan esencialmente a la petrolera estatal.
Esa grave situación económica e institucional ha llevado a que la oposición comience a presionar, planteando inclusive la posibilidad de una renuncia de Dilma Rousseff y el adelantamiento de las elecciones presidenciales, lo que motivó una dura respuesta de la Presidenta, que acusó de “golpistas” a aquellos que predican su salida del gobierno. Las expectativas no son favorables y se estima que Brasil necesitará varios meses para recuperarse. Es de esperar que esta última situación -la de la recuperación- se produzca en un plazo lo más corto posible en razón de que redundará en beneficios también de la economía de nuestra provincia.
