Preocupante caída en el cultivo de hortalizas

Los números dados a conocer por el Instituto de Desarrollo Rural son elocuentes: en general, en el año en curso se ha producido una caída del 8 por ciento en la cantidad de hectáreas implantadas con hortalizas de invierno.

La medición está comparada con lo sucedido en el año anterior, ya que si nos atenemos a lo ocurrido en el último decenio la preocupación se multiplica, en razón de que de un promedio de entre 15 y 20 mil hectáreas que se cultivaban, se ha bajado a las 12 mil de la actualidad.

Esa cantidad importante de caída en los cultivos significa también una baja en las fuentes de trabajo y en el ingreso de divisas a la provincia, en razón de que la horticultura es la tercera actividad agrícola de Mendoza, luego de la vitivinicultura y de la fruticultura, con un aspecto no menos interesante, ya que es la mayor demandante de empleos.

El caso de los ajos es particular. Mendoza fue, en su momento, el mayor exportador de ajos en el mundo, con un mercado importante y casi exclusivo, como es Brasil. En exportaciones, cuando aún no se había producido el crecimiento exponencial de la vitivinicultura, el ajo competía con el vino en la cantidad de ingresos de dólares.

Sin embargo, el ingreso masivo del ajo chino en los mercados mundiales modificó sustancialmente la situación. El ajo mendocino perdió competitividad y, según lo señalado por la cámara que contiene a sus productores, mientras China tiene un precio del ajo a 8 dólares FOB, la Argentina se ubica en los 22 dólares.

A ello debe sumarse que los costos en nuestro país han aumentado sustancialmente como consecuencia de la inflación, a lo que debe agregarse el porcentaje de incremento salarial que anualmente debe aplicarse a los trabajadores del sector.

Otro de los aspectos se centra en la cadena de distribución y, en este caso, el productor es el eslabón más débil, lo que genera, según se afirma, una situación de paradoja entre productores -que reciben el primer precio- y los consumidores finales.

En ese marco, entonces, la superficie estimada implantada con ajos es de 7.564 hectáreas, un 11 por ciento menor que el año pasado y la más baja en los últimos cinco años.

Otro caso emblemático es el de la zanahoria, que si bien su principal mercado es el interno, tiene cultivadas 978 hectáreas, 580 menos que el año pasado, aunque en este caso se trata de una hortaliza que se deriva exclusivamente al mercado interno. En relación a los números, desde el sector se indica que los precios representan la peor temporada de la historia.

En el caso de la cebolla, es la única hortaliza de invierno que ha incrementado la cantidad de hectáreas implantadas, con un aumento del 36 por ciento en relación al año pasado. Respecto de los precios, se indica que, de los 35 pesos del valor final en feria de la bolsa, al productor le quedan 4 ó 5 pesos, en razón de que el resto se va en costo de mano de obra y en insumos.

De acuerdo con las estimaciones de los sectores, esa caída en la producción de los cultivos de invierno responde también al hecho de que muchos productores han preferido sembrar hortalizas de verano, apostando a la posibilidad de obtener mayor rentabilidad pero, como habitualmente sucede en el caso de las verduras, es el mercado el que termina fijando los valores y respondiendo esencialmente a la oferta y a la demanda.

En una reciente reunión efectuada en la Legislatura, un grupo de productores del Sur provincial solicitaron a los legisladores que desde el nivel oficial se realicen los estudios convenientes, de manera tal de que se informe convenientemente y se aconseje a los productores sobre qué tipo de cultivos deben priorizar.

Es un hecho que marca la realidad en razón de que el productor no sólo es el eslabón más débil en la cadena de comercialización, sino también el menos informado en cuanto a las posibilidades del cultivo a priorizar.