Cuando asumió el presidente Mauricio Macri, uno de sus primeros anuncios fue la construcción de la autopista que uniría Mendoza con San Juan. En aquel entonces se interpretó como un gesto del primer mandatario hacia el gobernador mendocino, y en parte hacia el sanjuanino, que mostraba una actitud distinta al kirchnerismo en retirada.
Después de dos años y medio, y varios anuncios y hasta alguna licitación, aún no se sabe si comenzarán en algún momento dichas obras. Según trascendidos, ante la necesidad de bajar gastos estatales, el gobierno nacional habría decidido que dicha obra pase a ser construida mediante el sistema PPP (Participación Público Privada).
Esto le da más incertidumbre a la obra ya que, en principio, la misma no estuvo incluida en el primer concurso que se lanzó y no se sabe cuándo se harán otras convocatorias. Además, este programa requiere el financiamiento de las empresas, las cuales deben gestionarlo en los mercados financieros internacionales, que están muy convulsionados en este momento.
A esta preocupación se suman otros anuncios, como el del corredor que uniría la zona de Palmira con la ruta internacional a Chile, que había sido ratificado por el BID pero con co-financiamiento de la Nación. En este caso no se sabe si el BID avanzará o si la Nación podrá disponer de los recursos necesarios.
No hay que olvidar el proyecto Los Blancos, que el presidente Macri dijo en Mendoza que se haría "sí o sí", y el tan mentado Portezuelo del Viento, fruto de tantas idas y vueltas con la provincia de La Pampa. Obras emblemáticas que llenaron cientos de páginas de medios en los últimos 15 años, para las cuales siempre hay una explicación, que nadie entiende, como excusa que justifique su postergación permanente.
Otra obra eternamente esperada es la pavimentación de la Ruta 40, desde Pareditas hasta el límite con Neuquén. Aparentemente, según publicidad oficial, se estaría trabajando en un tramo pero no hay certezas de tiempo de ejecución ni plazos de terminación, lo que se agrava con las nuevas exigencias de austeridad. Otro tanto ocurre con la extensión de la ruta 188 desde General Alvear a Malargüe.
Además, a Mendoza le sigue faltando la planificación de obras esenciales para desconcentrar la población del Gran Mendoza, y para eso hacen falta obras de infraestructura que permitan una ocupación más armónica de todos los oasis, porque el del Norte está en un punto de saturación y hasta ahora no aparece nadie que mire y planifique a largo plazo.
En este aspecto, sigue siendo una deuda pendiente de la dirigencia política poner en marcha la Ley de Ordenamiento Territorial, cuyo proyecto fue elevado en 1994 y, a pesar de haberse sancionado la ley, todavía sigue sin aplicarse, dando lugar a dudas acerca de los beneficios que mientras tanto tienen sectores vinculados con los negocios inmobiliarios.
El gobierno provincial, en principio, ha manifestado la intención de seguir con su propio plan de obras, pero sabe que los cambios en los valores del dólar y la inflación alteran los presupuestos originales, y que enfrenta un escenario de estancamiento que derivará en que la recaudación impositiva no sea la prevista.
En síntesis, tanto la Provincia como los municipios deben comprometerse a realizar una profunda reforma del Estado, que permita ganar en productividad y eficiencia a fin de poder destinar más recursos a la inversión pública, que sigue muy atrasada.