Un grupo de más de 60 menores, chicos de entre 13 y 16 años, apedreó con furia el frente de un boliche de Junín, donde este fin de semana se realizaba un cumpleaños de 15.
La agresión comenzó cuando se les negó el ingreso a una fiesta privada a la que no habían sido invitados, y los disturbios, que incluyeron heridos, daños a vehículos particulares y a un colectivo que pasaba por el lugar, no arrojaron demorados ni detenidos.
No es la primera vez que en la zona Este ocurre este tipo de ataques a los locales en los que se realizan cumpleaños de 15, y en el último año se ha repetido una decena de situaciones similares en boliches y salones de San Martín, Junín y Rivadavia, sin que hasta el momento asome alguna solución al problema.
"Estaban muy descontrolados; apedrearon el boliche, un colectivo, algunos saltaban sobre una camioneta", contó Enrique Mut, dueño de Ciudad Este, uno de los boliches más concurridos de la región y que eventualmente es contratado para cumpleaños.
Como resultado de los disturbios, al local le rompieron una veintena de vidrios: "Los menores han superado todos los límites y decidí que no hago más cumpleaños, voy a devolver las señas de los que tengo contratados y seguiré con las fiestas de los mayores. La situación está descontrolada, los pibes hacen lo que quieren, los padres simplemente los dejan en la puerta y se desentienden y la policía no los puede tocar".
Era una fiesta para 400 invitados, pero el problema es que afuera se habían juntado otros 200 chicos que querían ingresar sin tarjeta. Y ese escenario se repite en todos los cumpleaños que terminan en escándalo: hay demasiada gente que busca entrar y que no acepta un no por respuesta.
"Hay cumpleaños que se van anunciando por las redes sociales y que cuando finalmente ocurren, juntan tanta gente afuera como adentro del salón", explicó el comisario general Sergio Yanzón: "Y la vigilancia interna del local tiene un límite, puede contener a la primera línea de chicos que quiere entrar sin tarjeta, pero no a la segunda que comienza a arrojar cosas".
En Ciudad Este empezaron a llover las piedras; llegó entonces la policía, hubo corridas y los agresores también atacaron a un colectivo de la Nueva Generación, dañaron vehículos particulares y lastimaron a un familiar de la quinceañera y también al personal de vigilancia. Hace unos meses ocurrió algo similar en Da Vinci, otro salón de fiestas cercano y también sucedió en RT, en Disc Crazy y en Huanqui Hue, locales de las afueras de San Martín.
Muchos de esos chicos violentos están además borrachos, aunque tanto en la comuna de Junín como en la de San Martín aseguran que los controles a los locales de venta de bebidas son estrictos: "No se permite la venta de alcohol a menores y la ordenanza se aplica", insisten en las comunas; pero en realidad, el personal de inspección municipal es limitado y así, en el mejor de los casos solo se controla a los locales grandes y concurridos, pero no a los pequeños kioscos de barrio, algunos de los cuales venden alcohol hasta la madrugada.
"El problema mayor es que muchos papás dejan a sus hijos en la puerta del salón, se van y en el mejor de los casos los vuelven a buscar cinco horas después. Ni siquiera saben si han entrado o si están invitados a la fiesta", sostiene Gabriela Ferrigno, locutora de eventos.
"Lamentablemente, este tipo de casos se repite y desde el Ministerio Público vemos con mucha preocupación el incremento de la violencia en menores, en chicos que muchas veces no tienen ni siquiera 14 años", comentó el fiscal de Cámara Oscar Sívori. Desde la Justicia se descarta la afirmación de que la policía no puede "tocar" a los menores.
"Si un policía sorprende a un menor cometiendo un delito tiene la obligación de llevarlo detenido y dar aviso a la Justicia de Menores", subrayó el comisario y recordó que los papás son responsables por los daños que ocasionan sus hijos.
