El gobierno de Barack Obama se mostró preocupado por la desaparición de un ex detenido de Guantánamo transferido a Uruguay, lo que alimenta el miedo de que los liberados de la prisión militar retomen las armas contra Estados Unidos.
Jihad Diyab, un sirio de 44 años transferido de Guantánamo a Uruguay por la administración Obama, salió de territorio uruguayo hace algunas semanas y cruzó la frontera con Brasil evitando los controles. Desde entonces su paradero es desconocido.
“Hubiera preferido que se quedara en Uruguay con los otros cinco detenidos” de Guantánamo transferidos como refugiados a ese país, reconoció ayer Lee Wolosky, enviado especial del Departamento de Estado para el cierre del centro de detención, durante una audiencia en la Cámara de Representantes, en respuesta a numerosas críticas de diputados republicanos.
Diyab es “un miembro de Al Qaeda” especialista en papeles falsos, que está “tal vez” ayudando ahora en Brasil a otros extremistas, “tal vez de EI”, a entrar a Estados Unidos o a atentar contra los Juegos Olímpicos de Río, denunció Jeff Duncan, representante republicano de Carolina del Sur.
La administración Obama busca encontrar de aquí al final del mandato del presidente, en enero próximo, un país de acogida para 29 de los 79 detenidos de Guantánamo que tienen autorizado el traspaso.
Quedarían 50 detenidos que fueron juzgados no liberables de la cárcel que Obama prometió cerrar.
Pero la desaparición de Jihad Diyab complica la situación política para el presidente estadounidense, ya que reabre la preocupación de que ciertos detenidos transferidos retomen contacto con redes extremistas.
Según las estadísticas del gobierno, alrededor de 13% de los prisioneros liberados desde la llegada el poder de Obama han retomado o son sospechosos de haber retomado la lucha armada.
El porcentaje es mucho menor que el de los liberados bajo la presidencia de su antecesor, George W. Bush, que llegó a 35%.
Ayer, el enviado especial del Pentágono para el cierre del presidio de Guantánamo, Paul M. Lewis, indicó que 14 ex prisioneros habían participado tras su liberación en ataques en los que murieron estadounidenses.