Un evento sacó a la sociedad mendocina de la realidad nacional y sus problemas cotidianos. De la inflación, los precios y las charlas políticas de una elección que se acerca demasiado rápido. Otro tema… Me refería entonces a la ceremonia de los Premios Gardel que se realizó por primera vez en el interior del país y por primera vez en Mendoza en un intento de federalizar a esta ceremonia. El Auditorio Ángel Bustelo recibió a los músicos nominados (y luego premiados), a 300 periodistas, funcionarios y al público en general. Un momento glamoroso donde muchos se quedaron con ganas de tocar de cerca a sus estrellas favoritas e ídolos. Allí fui entonces, con el deseo de saber de qué se trataba semejante evento y mucho más.
No sin algunos inconvenientes previos. Para comenzar un tema que parece muy banal pero que no lo es tanto. La ropa… Estrellas y famosos tienen a su lado a una suerte de séquito de estilistas y demás. A ellos los peinan, los maquillan y encima les prestan la ropa. Un simple mortal que no brilla en el firmamento de la música no… Conseguir un peluquero un día lunes es casi imposible y un martes no es demasiado sencillo. A eso hay que sumarle el tema del outfit (como dicen ahora los fashionistas). ¿Qué ropa? Y como dije antes, la moda puede ser un tema banal pero no en un evento de esta envergadura donde se imponen tendencias y donde alguno que otro hace el ridículo. Luego de un largo debate de mis amigas y de mi madre (les mando un saludito…) logré llegar a un estilo presentable que no contó con la ayuda de los grandes pero sí con el amor de mis cercanos. Claro que a mí me costó mucho, muchísimo más y encima al contado para evitar los elevados intereses de las tarjetas de crédito. Algunos con estrellas, otros estrellados.
Más y más dudas. La comida… ¿Era para todos o sólo para los famosos? De ser así, cómo sobrevivir a cuatro horas de premiación sin comer. No hubo tiempo para barrita de cereal en la cartera. Al llegar los fanáticos gritaban sin parar en la entrada del Auditorio donde se colocó la Alfombra Roja. Una alfombra común y corriente que puede ser muy intimidante… ¿Hay que caminar por ese largo sendero ante la mirada atenta de decenas de personas? Gracias a Dios no. La entrada General es por otro lado, lejano y solitario… Una a favor. Afuera, estos fans esperaron con muchísimo frío la llegada de estas personalidades que claramente marcan sus vidas. Entre ellos el pochoclero hacía algunos pesitos al igual que un señor muy equipado y abrigado con una caja de telgopor blanca repleta de empanadas. En medio de los espectadores de la Alfombra había muchas niñas con sus pacientes papás. Verdaderos héroes de la noche.
Ya adentro se podía ver a todo este público con la "ñata contra el vidrio" y realmente daban ganas de abrirles la puerta. Hay que decirlo, muchas estrellas salieron, los saludaron y otras ni siquiera asomaron la nariz. Tal fue el caso de Axel y de Paulo Londra. El segundo ostentó aires de verdadero divo. Entró por otro lado, no le dedicó nada a su público. Sólo apareció en el escenario para recibir su premio. Lejos de este tipo de comportamiento estuvieron grandes artistas como Lali Espósito quien ostentó una verdadera barra adentro de la ceremonia. Sus fanáticos no dudaron en gritarle todo el tiempo y ella se conmovió. El dato cholulo: Lali tiene un cuerpo precioso y es muy bajita al igual que Ángela Torres.
Lejos del público, adentro, la ceremonia se dividió en dos partes. Una que se pudo ver sólo por redes y donde se premiaron a muchos artistas. Gran parte no estaba presente. Como Andrés Calamaro quien se encontraba de gira. Esos ausentes no aparecieron en la pantalla. Luego junto a Iván de Pineda comenzó la segunda parte de la ceremonia. La televisada por TNT. Uno creería que la gente del público está sentada y en silencio. Nada de eso. Parte del público iba y venía sin parar. Hablaba y en un momento Pineda, tal como sucede en los programas de TV, tuvo que arengar para que el público aplaudiera más fuerte con la intención de que los televidentes notaran lo que pasaba adentro.
Pero el interior de la ceremonia es muy íntimo. La emoción de los artistas al recibir su premio se nota en televisión pero no tanto. Arriba del escenario muchos de ellos vibran, suspiran y hasta tiemblan. El reconocimiento, a veces muy esperado, no traspasa la pantalla. Al igual que los momentos en que los artistas cantan. Sí se ve para todo el país. Sin embargo el sonido, la intensidad y la potencia que se palparon en el directo convirtieron a este escenario en un instante que sólo atravesó a quienes lo vivieron en vivo. La ficción nunca superará a la realidad. Aun cuando la primera sea en HD.
Luego de cuatro horas y de poca comida muchos migraron al café que está adentro del Bustelo. Allí se podría ver a famosos como Militta Bora vestida al estilo de Marilyn Monroe comer un simple sándwich. La Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif) ofreció un ágape pero no una cena. Había diferentes sectores dentro del Bustelo. Y algunas estrellas tuvieron camarines donde seguro los mimaron más que a otros. No fue la mayoría. Dentro del firmamento algunos brillan mucho más…
Al final, al salir, muchas familias y jóvenes seguían esperando. El frío ya era intenso y daban ganas de irse corriendo. Para ellos el amor era más fuerte. Para mí no tanto. En el camino de regreso de a poco me fui despojando de los tacos, el maquillaje y el glamour. Fue divertido jugar una noche a ser una estrella. Ya en el silencio que da la oscuridad me pregunté por qué los grandes trabajadores y talentos de nuestro país no reciben jamás un Gardel o un Martín Fierro. Y cuando abrí la puerta de mi hogar encontré la respuesta. No hace falta el estrellato y tantas luces. Los millones de ciudadanos normales del planeta tierra recibimos todos los días el mejor de los premios. Uno que se encuentra puertas adentro.