Fueron cinco cachetazos para sumergirlo en la crisis. De Aruba al peor desierto. Del éxito a la preocupación. El River de Gallardo humillado, rendido a los pies de un Boca “alternativo” pero contundente, veloz, preciso, implacable. Resultó verdaderamente llamativo cómo el equipo del Vasco trituró al Millo a partir de las alarmantes ventajas defensivas que ofreció la Banda que, al final, terminó perdiendo la cabeza (terminó con 8 jugadores). Papelón de River frente al resurgir de este promisorio Boca de Arruabarrena que, en una semana de ensueño, se adueñó del verano.
Lo raro del trámite es que el inicio del encuentro tuvo a River como protagonista. De hecho, Sara se tuvo que exigir ante sendos remates de afuera de Maidana y Funes Mori. Sin embargo, este Boca práctico, rápido, efectivo, metió el primer cachetazo cuando Cristaldo forzó el error de Funes Mori, Maidana resbaló y el pibe que hace una semana había tenido su bautismo de fuego en el superclásico, volvió a mostrar sus dotes.
River pareció sentir el impacto pero Boca, equilibrado, explotó los kilómetros de espacios que dejaba River a espaldas de los delanteros y volantes. En un abrir y cerrar de ojos, el partido dejó de ser partido. Chávez metió un cambio de frente espectacular para Sebastián Palacios quien, de cara a Barovero, lo sentenció con un remate cruzado y por abajo.
Si River estaba nocaut con el 2-0, el 3 a 0 lo dejó prácticamente en la lona. Palacios le devolvió gentilezas a un Chávez que definió con el manual del delantero y a otra cosa. River intentó descontar, pero los intentos no tuvieron el sustento de la precisión.
Por el contrario, su defensa era un tembladeral, sobre todo por las bandas. Había olor a goleada histórica. Para el complemento, el DT de River intentó reforzar la defensa y fortalecerse a partir de la tenencia, pero carecía de aceleración en la zona caliente. Boca esperaba y presionaba escalonadamente en su campo y River terminó perdiendo la cabeza y se quedó con 8. El Vasco cuidó soldados pero metió a Calleri y lo aplastó.
Fueron cinco, pero la goleada pudo ser peor. River terminó desorientado, incrédulo, perplejo y, lo que es peor, con muchas dudas para lo que viene en el horizonte inmediato.