Precios congelados, descongelados, engaño

Al congelamiento de precios le está ocurriendo lo mismo que a los hielos polares con el calentamiento global: su tamaño es cada vez más reducido. No sirve para los propósitos que se propone, y además ni siquiera se puede sostener.

Precios congelados, descongelados, engaño

El congelamiento de precios a partir de inicios de febrero y por 60 días, fue un típico acuerdo informal impuesto por el Secretario de Comercio y aceptado por las grandes cadenas de supermercados.

En el mismo acto, y también informalmente, el citado funcionario prohibió a esas empresas que publicitaran los precios y las ofertas en los grandes diarios nacionales. Increíble presión aceptada por esas grandes empresas, obviamente en desmedro de los diarios y los consumidores que se informan por esos medios.

En ningún momento y en ningún lado se publicaron cuáles eran los precios que se congelaban, tampoco se estableció si los comercios que no eran supermercados estaban alcanzados por las medidas acordada.

Como era previsible, el congelamiento fue extendido por otros 60 días, hasta fines de mayo. Pero también, como todos pronosticaban, el resultado fue bastante magro. En los dos primeros meses los precios subieron en el orden del 1%, pero el mes pasado el incremento se aceleró, incluso con aumentos autorizados por la propia Secretaria de Comercio.

En este intento de contener la inflación el gobierno usó a las grandes superficies de venta para que presionaran a las empresas proveedoras para no aplicar aumentos. No vamos a reproducir, en homenaje a la buena educación, las expresiones de ínclito funcionario de cómo debían proceder.

La manera como actuaron numerosas empresas es la más que conocida en esta historia repetida y absurda que provocan nuestros gobiernos: Faltante de productos de consumo masivo, cuotificación de las entregas, góndolas raleadas. Luego modificación de los envases, al mismo precio pero con menor cantidad y calidad de los productos.

A la par, aparición de los mismos productos con nuevos envases y entonces con aumentos de precios. Un caso emblemático de un producto común de consumo masivo, cuyo cambio de envases implicó un importante aumento de precios han sido los huevos. En resumen como señala un especialista en estos temas: “Hay desabastecimiento, hay elusión del control modificando las marcas, los pesos, las etiquetas, y finalmente no se actúa contra la inflación en forma estructural, sino coyuntural”.

En el medio de esta conocidos y fracasados intentos de contener los precios hubo una medida muy curiosa: la fijación de precios máximos a los combustibles, que en realidad era un autorización de aumentos que en algunos casos ya han superado el 10% en pocas semanas. Desde luego, con el correspondiente impactó en el transporte y en el presupuesto familiar.

Frente a esta situación y con el único propósito de “llegar a octubre"”, a las elecciones, manteniendo la ilusión de que la economía anda bien, que la gente está cada día mejor y que sólo los destituyentes, la “cadena del desánimo”, no aceptan que estamos en el mejor de los mundos, ahora se introduce un nuevo cambio en el congelamiento. Así el Secretario de Comercio anuncia un nuevo acuerdo con los supermercados, que incluiría a otros tipos de comercios.

El primer aspecto es que se ha reducido drásticamente la lista de varios miles a quinientos, que incluyen alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador. Es decir la canasta básica del hogar. Otra novedad es que no habrá precios fijos, sino una banda con precios mínimos y máximos y no se excluye autorizaciones de aumentos.

Se ha prometido que esta vez se conocerán los listadosde precios y al parecer los supermercados podrán volver a publicitar sus ofertas. Es un hecho que partir de la desaparición de publicidad ha habido una caída de las ventas.

No hace falta ser mago para anticipar que estas medidas tampoco impedirán los aumentos de precios. Ya nadie duda que la inflación está causada por la enorme emisión monetaria, pero el gobierno no sabe o no quiere encarar este problema con prudencia y buena praxis. Es de desear que no tenga luego que salir a apagar un gran incendio provocado por su propia impericia.

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