Spinetta: postales inéditas de un viaje íntimo

El periodista, escritor y poeta Miguel Grinberg habla sobre su vínculo con el autor de “Muchacha ojos de papel” y analiza su poesía en el libro “Una vida hermosa” que acaba de publicar.

Spinetta: postales inéditas de un viaje íntimo

Periodista, escritor, militante de la ecología social y especializado en música rock y movimientos juveniles, Miguel Grinberg (78) acaba de editar su libro “Una hermosa vida”, que gira en torno a la vida de Luis Alberto Spinetta, al vínculo que los unió y a la poesía del fallecido rockero argentino cuya complejidad lírica e instrumental nos legó obras imperecederas a través de bandas como Almendra, Pescado Rabioso, Spinetta Jade y Los Socios del Desierto.

“Periódicamente, de modo sutil y persistente, nacen en este planeta individuos predestinados a crear puntos de referencia singulares, todo ellos afinados en una única perspectiva: la evolución de nuestra atribulada especie. No vienen a reproducir las formas tradicionales sino que son portadores de semillas de cambio social y esclarecimiento existencial, como simples seres de luz en tiempos de oscuridad colectiva. Luis Alberto ha sido uno de ellos”, dijo Grinberg, para quien su libro “es una lectura existencial de Spinetta.

No es una biografía, un anecdotario, un calendario ni un culto. Son -las definió- postales de momentos de intimidad, fragmentos de poesías y fotos inéditas. Este libro es un viaje”.

“El titulo de ‘Una vida hermosa’ surgió de una entrevista que yo le hice al Flaco para mi libro ‘Cómo vino la mano’, donde Luis dijo que ‘crear una obra hermosa exige antes una vida hermosa, no es al azar sino que se edifica paso a paso’. Porque Luis Alberto era un fertilizador de almas”.

Al ser consultado sobre las expectativas en torno a la publicación, Grinberg, un intelectual fundamental en los inicios del rock argentino, dijo que esta "preparado para este lanzamiento, con la expectativa de ver como es recibido, ya que la proximidad con Luis Alberto me permitió conocer al ser que estaba detrás del nombre. Lo quise retratar con la palabra desde su poesía, sensibilidad y simplicidad, como la de todos los grandes”, resumió el periodista.

En ese sentido, señaló que “me dediqué a la poesía del Flaco porque las letras están popularizadas y el público tiene sus preferencias y porque, por cada uno que compró su libro 'Guitarra negra', hay 100.000 que compraron un disco, entonces está en minoría".

Evocando el comienzo
Sobre la forma en que se conocieron, Grinberg narró que "yo era redactor en vías de convertirme en prosecretario de redacción de la revista Panorama. Un día, vi a un muchacho al que no conocía en la puerta de entrada. Era Ángel Del Guercio -hermano de Emilio-, que en esa época le hacía la prensa a un grupo nuevo llamado Almendra y venía a traerme el primer simple del conjunto. Fue así que me invitaron a un recital en el teatro Payró y así comenzó una relación".

En esa línea, Grinberg evocó reuniones literarias con el músico como "los encuentros de rockeros en el Parque Centenario en el 73, la presentación de 'Artaud' en el Teatro Astral, de la cual fui productor, y hasta los primeros momentos de Invisible, donde me pidió que me pusiera dentro de "Elmo lesto", un muñeco incómodo que bailaba en los recitales".

Las puertas de la percepción
Al recorrer el territorio en el que Spinetta plasmó su poética, indicó que "consolidó su magna obra oscilando entre un caos estructural y una zona de ilimitado deslumbramiento. Aquí es donde se anidan y asimismo vibran las musas de los poetas, las armonías de los músicos y las visiones de los profetas. Que están a disposición de quienes se predispongan al contacto, a la impregnación energética que conocemos como "estado inspirado del alma".

Sobre la forma que tuvo Spinetta de vincularse con el rock, Grinberg consideró que para "Luis, el rock no sería un protocolo cerrado, un marco estilístico rígido al que constreñirse, sino, más bien, un océano en el que navegar con sus propios barcos. De hecho sus canciones más asimilables a un rock estricto ('Rutas argentinas', 'Blues de Cris', 'Me gusta ese tajo'), más allá de algunos rasgos tan personales como inevitables, suenan casi como ejercicios de estilo".

"El Spinetta clásico -vislumbró- está, en cambio, en esos temas donde puede detectarse una zamba, o la lectura de un vals leído por Bill Evans, o un fraseo piazzolliano, y donde, sin embargo, nada es, nunca, exactamente igual a sus fuentes".

"¿Dónde poner 'Ella también', 'Los libros de la buena memoria', 'Seguir viviendo sin tu amor' o 'Durazno sangrando'? ¿Cómo ubicar a 'Credulidad', 'La cereza del zar', 'Starosta el idiota', 'Dulce tres nocturno', 'Serpiente (viaja por la sal)' o 'Cantata de puentes amarillos'?", se pregunta.

Y Grinberg se responde: "caben en el llamado rock nacional sólo porque Spinetta decidió circular por allí y porque, curiosamente, aunque el género tomó muy pocas de sus enseñanzas, lo consideró siempre su maestro".

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