Se van terminando las vacaciones, ese tiempo de distensión, sin horarios, de actividades recreativas y momentos en familia que aparece como algo finito que se diluye entre los dedos. Queda por delante volver al trabajo, al colegio y un año intenso de actividades. Ese instante previo a sumergirse nuevamente en la vorágine termina resultando para muchos algo difícil de digerir. Nervios, angustia, ansiedad y hasta depresión suelen ser parte del proceso.
La sensación de que hay mucho por resolver o querer dejar mucho definido antes del comienzo de las rutinas terminan agobiando, a lo que se suma la idea de que parece que se terminó el tiempo libre.
“Lo que más me pesa es tener que volver a organizarme en un nuevo sistema para resolver temas como el trabajo, la escuela y actividades de mis hijos”, asegura Silvia, mamá de cuatro hijos. “Es un momento que cuesta, me angustia, me genera mucha incertidumbre y hasta estoy un poco deprimida, sobre todo porque el año pasado me separé”, relata.
Algo parecido le pasa a Juana: “Es tanto el estrés que acumulo durante el año en mi laburo que cuando me voy de vacaciones me lleva unos días desenchufarme. Cuando lo consigo lo disfruto muchísimo, pero luego viene otra vez la parte negativa que es retomar el trabajo. Si bien no llego a deprimirme sí me siento muy cansada los primeros días, me descubro súper intolerante ante la más mínima cosa que me irrita. Y por momentos me da una especie de fobia y ganas de salir corriendo hasta la playa en la que estaba disfrutando la vida. Demoro incluso un par de meses en acomodarme a la realidad”.
Por su parte, Cintia cuenta que por el comienzo de clases y de otras actividades tiene la sensación de que no le va a alcanzar el tiempo, por lo que los viernes deja organizada la ropa para toda la semana. Eso las primeras semanas, hasta que se adapta al nuevo ritmo.
Angustia e incertidumbre
"La vuelta de las vacaciones suele ser un momento duro para nuestro ánimo. Aunque estemos a gusto con nuestro trabajo y consideremos a nuestros compañeros como amigos, cuesta adaptarse a la rutina y sobre todo, comenzar una nueva cuenta regresiva para poder disfrutar de un merecido descanso", explica Ernesto Crescenti, director del Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti.
Agrega que “muchas personas sufren lo que los psicólogos consideran una depresión post vacacional, con síntomas muy parecidos a los de una depresión habitual. Abatimiento, apatía, insomnio, irritabilidad e incluso problemas para relacionarse con los demás son algunos de los principales indicios de poseerla”.
Por su parte, el psicólogo Walter Motilla señala que todos los cambios para bien o para mal siempre tienen un costo de estrés: “Incluso irse de vacaciones estresa porque implica cambio de hábitos”.
En estos días muchas personas pueden sufrir síndromes adaptativos originados por esa tensión interna que tiene que ver con adaptarse a nuevos horarios y nuevos lugares. Esto tiene un costo psicológico y emocional; le ocurre especialmente a quienes tienen trabajos rutinarios y suelen mostrar ansiedad o angustia, lo que se asocia con volver a enfrentar los desafíos cotidianos.
"Es como volver a remontar una vez más ese proceso de adaptación que es continuo y por lo cual luego se estabilizan durante el año", explica Motilla.
Este especialista asegura que "es bastante frecuente y cada vez más, esta reacción al reenganche al trabajo, a lo que le vamos a sumar las condiciones socioeconómicas del país que tienen sobrecarga de incertidumbre. La gente se suele mostrar en la consulta con más incertidumbre por la continuidad de su trabajo".
Adiós al tiempo libre
Regresar a la rutina, adaptar horarios y reorganizarse tiene una carga extra: la sensación de que se termina el tiempo libre.
“Durante el año me cuesta encontrar tiempo para la distensión porque me aboco a la escuela de los chicos, la casa y el trabajo, por eso me queda poco tiempo para mí; al final, lo único que hago para mí es el trabajo y no existe tiempo para amigos o una actividad deportiva y por eso a mitad de año uno está agobiado”, reconoce Silvia. Por eso, sostiene que “resolver esto es uno de los objetivos que tengo para esta año: en la organización que pienso tener está dejar tiempo para eso, porque si no, uno se pone a disposición del sistema, del trabajo, la casa, los chicos y la escuela”.
De todas maneras, los especialistas destacan que no debe tomarse la situación en forma extrema, porque queda tiempo para salidas, reuniones con amigos y descanso si uno sabe organizarse.
Crescenti menciona que lo que se recomienda es no amargarse y tratar de realizar un regreso paulatino a la rutina. “Por ejemplo, intentando ir adaptándonos poco a poco a las actividades elegidas, acomodar los horarios de descanso, acostándonos temprano y levantándonos con tiempo para que nuestro cuerpo se adapte al reloj de forma más sencilla”.