La ganadería bovina está iniciando en todo el país un ciclo que los protagonistas de la actividad avizoran como altamente provechoso. La ganadería fue uno de los sectores de la economía más castigado por la política kirchnerista.
Bajo el demagógico slogan de “proteger la mesa de los argentinos” se adoptaron medidas irracionales que terminaron produciendo al menos tres efectos destructivos: se redujo en 20% el stock de ganado vacuno (especialmente madres), 10 millones de cabezas; se perdieron importantes mercados de exportación donde los volúmenes colocados se redujeron a un tercio de la década anterior y los argentinos terminamos pagando la carne a los precios más caros de la historia.
El cambio de gobierno ha puesto en marcha un proceso de reversión del nefasto ciclo anterior, despertando el entusiasmo de la ganadería, lo que se ha expresado en la reciente exposición de Palermo. “Tras años de vaivenes, la ganadería pisa firme en un nuevo contexto político que ofrece previsibilidad ideal para poner la mirada en el mediano y largo plazos” (Clarín Rural-6-8).
En este contexto optimista resulta oportuno analizar la situación de la ganadería bovina en Mendoza, utilizando como disparador una interesante entrevista realizada por nuestro diario al productor ganadero del Este, Marcelo Valot, tercera generación de una familia hasta hace poco dedicada a la fruticultura.
Es por cierto sabido que en nuestra provincia se realiza una importante actividad ganadera, básicamente de cría, localizada en el Sur, en el Este y en el Valle de Uco, en campos de secano. Desde hace cerca de dos décadas varios emprendedores iniciaron proyectos de recría y engorde en encierro (feedlot), especialmente en el sur de la provincia, produciendo forrajes en tierras bajo riego.
Lo que surge de los dichos de Valot, y de otros empresarios frutícolas, de largas experiencias, es que la actividad de producción y empaque de frutas para consumo en fresco prácticamente ha dejado de ser viable, a causa de los altos costos laborales y de transporte y serios riesgos de contingencias climáticas. Conflictivas relaciones laborales en una actividad intensiva en mano de obra, zonas productivas sobre las que avanzó la urbanización u otras actividades rentables, terminaron debilitando a la fruticultura.
Resultado, se erradican los montes y las tierras se dedican a otros cultivos.
Es el caso que plantea el empresario del Este, como ya lo habían hecho en el Sur, y sobre los cuales es necesario aplicar criterios de análisis racionales. Dice M. Valot: “La producción de carne bajo riego es un negocio rentable”.
La ganadería bovina tiene tres etapas diferenciadas: la cría, produce terneros que luego del destete se recrían (segunda etapa) hasta llevarlo al peso adecuado para finalmente entrar en la etapa de engorde y finalización de animal para la faena. En el caso presentado, el ganadero cuenta con campo de secano en La Paz, aunque con pozos para riego de una parte. En principio hacía cría y las siguientes etapas. Para ello ha erradicado frutales en una finca de Phillips que ahora destina a producir forrajes; ha dejado de hacer cría y con el alimento que produce realiza las siguientes etapas, parte en campo y luego en encierro.
Una cuestión fundamental que se plantea es ¿en qué medida, de qué forma es posible extender este modelo a tierras con riego que hoy tienen cultivos de frutales y vid que no son rentables? Dicho de otro modo ¿puede generalizarse el caso, especialmente para la Zona Este donde se presentan los mayores problemas con los cultivos tradicionales?
El principal capital social de nuestra provincia son las tierras con derecho de riego, sea superficial o subterránea. De qué sean capaces los empresarios de hacer con ellas dependerá su recuperación y posible expansión. El desarrollo de la ganadería amerita estudios exhaustivos, privados y públicos.
