Un inmenso incendio forestal dejó al menos 61 muertos, muchos de ellos calcinados en el interior de sus vehículos, y más de medio centenar de heridos en el centro de Portugal, donde ayer los bomberos seguían luchando contra las llamas.
Cerca de 800 bomberos y 250 vehículos combatían por la tarde el fuego que se declaró el sábado en la localidad de Pedrogao Grande, a unos 50 km de Coimbra, en la región de Leira, para extenderse después rápidamente por varios frentes.
Según un nuevo balance anunciado por el primer ministro Antonio Costa, la cifra de muertos fue corregida de 62 a 61 porque un fallecido había sido contabilizado dos veces. Pero “seguramente encontraremos más víctimas”, añadió el jefe de gobierno, visiblemente conmovido por la tragedia luego de una visita al sitio del incendio.
Muchas de las víctimas se vieron atrapadas por las llamas en el interior de sus coches cuando circulaban por una carretera cercana. “Es difícil decir si estaban huyendo del fuego o fueron sorprendidos por él”, según Gomes.
Desde el Vaticano, el Papa Francisco expresó su “cercanía con el querido pueblo portugués a raíz del devastador incendio que arrasa los bosques (...) causando muchos muertos y heridos”.
En estas colinas, que 24 horas antes estaban cubiertas de eucaliptos y pinos, la devastación era total.
De cada lado de la carretera nacional IC8, a lo largo de al menos 20 km, una espesa capa de humo blanco quedaba suspendida sobre los árboles carbonizados y el suelo ennegrecido.
Frente a unas casas abandonadas, se veía un coche calcinado. Más lejos, el cadáver de un hombre cubierto con una sábana blanca yacía a pocos metros de la carretera principal, rodeado de policías equipados con máscaras.
Decenas de personas que huyeron de sus casas fueron acogidas por los habitantes de una localidad cercana, Ansiao. “Hay gente que llegó diciendo que no quería morir en su casa, envueltas por las llamas”, explicó a la prensa uno de ellos, Ricardo Tristao.
Cerca de un pequeño estanque en la aldea de Bouça, perteneciente al municipio de Penela, una decena de bomberos se había desplegado con sus dos camiones para evitar que las llamas se propagasen.
“Hemos tenido un momento muy tenso en el pueblo de Moninhos Cimeiros, varias viviendas tuvieron que ser evacuadas y si no hubiésemos estado ahí todo habría partido en humo”, explicó uno de ellos, Mario Maia, a la AFP.
“La prioridad ahora es salvar a las personas que puedan seguir en peligro”, declaró, muy afectado, el primer ministro portugués Antonio Costa, desde la sede de la Protección Civil, cerca de Lisboa.
Y reconoció: “Desgraciadamente, esta es sin duda la peor tragedia que hemos conocido en estos últimos años en términos de los incendios forestales”.
El sábado Portugal se vio afectado por una fuerte ola de calor, con temperaturas que superaron los 40 grados en varias regiones. Unos 60 incendios forestales se declararon en todo el país durante la noche y cerca de 1.800 bomberos fueron movilizados para combatirlos.