Las Cuevas, el túnel internacional y el trámite de la aduana quedan atrás. Las primeras curvas de los Caracoles y aparece el familiar edificio amarillo y azul, con su sol pintado: la nave Portillo, anclada a 2.880 metros entre laderas tan blancas como hace años no se veía. Uno siente que el centro de esquí chileno tiene un sabor especial para los mendocinos… Será porque llegamos desde la cordillera, en lugar de venir desde el valle como lo hacen quienes suben desde Santiago.
Este año además de la excepcional cantidad y calidad de nieve que está generando la corriente del Niño, la nueva opción para alojarse que estrenó Portillo es favorable para argentinos. Tradicionalmente el centro de esquí ofrecía “ski weeks”, es decir paquetes promocionales de una semana, pero esta temporada ha presentado la alternativa de “mini weeks”: paquetes de tres o cuatro noches de estadía. La política de venta de pases para medios de elevación de Portillo ha sido siempre privilegiar a los esquiadores que se hospedan en el hotel y albergues propios, para evitar colas y esperas.
Esto mejora mucho la experiencia. No es lo mismo bajar y bajar hasta que las viejas piernas piden un descanso que esperar 15 minutos por bajada (y sentir cómo la adrenalina se va esfumando del cuerpo). Sin embargo, para una familia mendocina de cuatro integrantes, un ski week entero en Portillo implica una logística e inversión considerables (de U$S 1.000 a U$S 4.000 por persona, según el tipo de alojamiento) . Por eso la nueva opción es mucho más versátil, y accesible a partir de unos U$S 424 dólares por persona en la opción de tres días.
La experiencia Portillo
Buena parte de los visitantes proviene del hemisferio norte, como queda claro cuando uno ingresa al hotel (otra sensación característica: la madera oscura del interior contrasta con los colores de la alta montaña). Niños "payos" hablan algo que suena a escandinavo. Grupos de estadounidenses con tablas modelo 2017; una mesa larga ocupada por lo que debe ser un equipo de esquí europeo -no se les nota en la indumentaria ni en el físico, sino en la cantidad de botellas de cerveza vacías-. La razón que los motiva a cruzar el océano es la oportunidad de esquiar en contra temporada, cuando en sus países es pleno verano. Además las pistas y el fuera de pista de Portillo son legendarios entre los deportistas avanzados y los amantes del "powder" o nieve polvo.
Nombres como Roca Jack o Cóndor, dos de las cinco pistas de categoría “muy difícil”, o el fuera de pista del Couloir C, generan un ambiente de respeto entre los esquiadores y snowboarders que se juntan a almorzar en Tío Bob’s. Vale la pena visitar este restaurante y bar en lo alto del cerro para admirar la inmejorable vista a la Laguna del Inca, uno de los atractivos del valle. Un detalle para expertos: los andariveles o medios de arrastre “va et vient”, una suerte de gran malacate en el cual hasta 5 esquiadores son remontados cerro arriba, muy juntitos y por una pendiente muy pronunciada, a una velocidad interesante. Un error no es sólo una caída en dominó. Es enfrentar el desprecio de las otras piezas del dominó…
Para los esquiadores que prefieren un poco menos de pendiente o que no dominan la nieve sin pisar -como este cronista-, pistas como el Plateau ofrecen horas y horas de diversión, con nieve soñada (un promedio de 8 metros por invierno), cielos azules y los picos de nuestros venerables Andes Centrales como marco.
Los principiantes que no acceden a las pistas altas tienen en Portillo otro atractivo, que es la prestigiosa escuela del centro. Entre los instructores hay esquiadores chilenos muy “pro” y varios extranjeros, todos con una actitud muy familiar y de cariño hacia los visitantes.
Después de la nieve
La ecuación es perfecta: varias horas de actividad intensa y exposición a los elementos requieren varias horas dedicadas a reponer la preciosa energía dispensada. Allí entra en juego la hotelería de Portillo: la piscina y jacuzzi climatizados en el deck al aire libre; la sabiduría culinaria del chef Rafael Figueroa, figura legendaria del restaurante (¡sin pantallas de TV!) del hotel.
Más tarde cada uno “elige su propia aventura”: los más entusiastas, a la disco del subsuelo. Los más sabios, como por supuesto quien escribe, van por unas Toro Bayo -¿la mejor cerveza del Cono Sur?- en la barra del bar y luego a un reparador desmayo. Hasta que el sol de Portillo ponga en marcha la ecuación perfecta una vez más.
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Miniweeks
La nueva opción para pasar un fin de semana en Portillo funciona en dos versiones, una de 4 noches (de sábados a miércoles) y una de 3 noches (miércoles a sábados).
En este último caso, la promo está disponible para el hotel y los demás alojamientos (departamentos, el lodge Octógono y el Inca, tipo hostel). Se podrá aprovechar durante las semanas del 29 de agosto al 5 de setiembre y del 19 al 26 de setiembre, con un niño sin cargo. En la semana del 26 de setiembre al 5 de octubre, la promo es de dos niños sin cargo.
La tarifa varía según la temporada y el tipo de alojamiento. En todos los casos incluye: el alojamiento por los días señalados (3, 4 ó 7); medios de elevación durante ese período; cuatro comidas diarias y acceso a las instalaciones y servicios. No incluye equipo, indumentaria ni clases.
Los precios: programas de 3 noches, la semana del 29 de agosto (temporada media), una habitación doble parte de U$S 1.329 por persona, y una cama en el Inca lodge (tipo hostel) cuesta U$S 770. En las siguientes semanas de esta promo -que entran en temporada baja- los costos pasan a ser de U$S 900 por persona en la habitación doble básica y de U$S 424 por persona en el Inca. Un chalet para 4 personas parte de U$S 2.271 en temporada baja.
Para la promo de 4 noches, la habitación doble en temporada media cuesta U$S 1.771, y U$S 1.200 en baja, por persona. El Inca tiene precios de U$S 629 por pasajero en media y U$S 566 en baja.