A tres años de prisión efectiva fue condenado un secuestrador virtual, que fue detenido gracias a una empleada doméstica que le sacó una foto al auto que utilizó en al menos cuatro casos y dos tentativas.
Ayer, Eduardo Coria (26) fue condenado por el juez Roberto Uliarte, de la Segunda Cámara del Crimen, en un juicio "express": ni bien comenzó el debate, Coria se declaró culpable de haber participado en cuatro secuestros virtuales y dos casos que fracasaron.
Las causas no estaban calificadas como secuestro -un delito federal que tiene altas penas- sino como estafas. Es que para un secuestro se necesita una víctima (la persona a la que se le pide dinero) y un medio (el secuestrado). En cambio, en un secuestro virtual, si bien está presente la víctima, el secuestrado no existe. Entonces se trata de un ardid para estafar.
Coria sostuvo que hizo varias llamadas de secuestros virtuales que se realizaron en 2014 utilizando su celular.
Además dijo ser el propietario de un VW Gol de color gris utilizado para ir a buscar el dinero que las víctimas entregaban.
Coria y un cómplice fueron detenidos el 17 de mayo del año pasado, cuando la Policía realizó dos allanamientos, uno en una gomería de la calle Tirasso y el otro en un inmueble de calle Los Diaguitas, ambos de Guaymallén.
Allí encontraron a los autores de un secuestro virtual que se había realizado con éxito días antes en Luján, cuando Coria había llamado a una mujer por teléfono y le había dicho que tenía secuestrado a su hijo.
La mujer creyó el engaño, juntó 12 mil pesos y, ampliando las duras tareas de su empleada domestica, le ordenó que llevara el dinero al lugar acordado con los supuestos captores.
Detective aficionada
La mujer cumplió no sólo con las directivas de su empleadora, sino que se transformó en una eficiente detective: llevó el dinero hasta Abdón y San Martín de Luján, tal como le habían indicado.
Luego se escondió y así pudo ver a dos hombres a bordo de un VW Gol de color gris que tomaron el dinero y se retiraron. En ese momento, con su teléfono le tomó una foto al vehículo, registrando así también la patente.
La foto fue la prueba que le permitió a la Policía conocer al dueño del auto -Coria, el ahora condenado- y, al secuestrarle el teléfono, se dieron cuenta que había participado en cuatro secuestros virtuales y en dos tentativas.