Por un 2016 con diálogo y paz social

En su mensaje con motivo de las Fiestas, el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor José María Arancedo, amplió los conceptos vertidos anteriormente sobre la necesidad de sanar los “vínculos lastimados” en nuestra sociedad. Hizo hincapié en mante

Por un 2016 con diálogo y paz social

En sus pronunciamientos con motivo de los festejos navideños y la llegada de 2016, los obispos argentinos se manifestaron con respecto al futuro del país en clara coincidencia con el recambio presidencial del 10 de diciembre.

El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor José María Arancedo, exhortó a los argentinos a reconstruir el diálogo y a trabajar juntos por el crecimiento del país, en lo que consideró “un marco necesario de amistad social”.

El arzobispo de Santa Fe también destacó que “la paz es posible, pero necesita de todos” y pidió que los argentinos sepan ser “instrumentos de paz en este mundo herido por el odio, la inequidad y la violencia”.

“¡Qué necesario que aprendamos a caminar juntos desde nuestras diversidades, en un marco de amistad social, para crecer en una sociedad de hermanos, que se exprese en el diálogo y el respeto, el amor y la solidaridad!”, subrayó el referente de la Iglesia en su mensaje.

Arancedo también advirtió, dando una apreciación como religioso, que “la virtud teologal de la esperanza no es el alegre esperar que las cosas cambien sino el compromiso con el presente para que ello sea posible”.

Días antes del pronunciamiento de monseñor Arancedo, la Conferencia Episcopal, que él encabeza, ya había llamado a la reconciliación entre los habitantes de nuestro país y a sanar los “vínculos lastimados”.

Muy oportunos todos estos conceptos vertidos sobre la finalización de 2015 por la jerarquía de la Iglesia argentina. Nuestro país vive una etapa de transición importante, puesto que se produjo un cambio de signo político en la conducción del Estado luego de más de una década de manejo del país casi hegemónico por parte del kirchnerismo.

El respeto a la voluntad de los argentinos, que se inclinaron mayoritariamente en el balotaje del 22 de noviembre a favor de quien hoy es presidente de la Nación, Mauricio Macri, es fundamental para que el proceso iniciado por este nuevo mandatario transite en sus primeros meses por carriles que le permitan encauzar su rumbo, siempre en el marco de la legalidad que impone la Constitución.

En tal sentido, el sistema republicano, a través de los legisladores y de los jueces, se encargó de hacer notar algunas desviaciones que se produjeron en este corto tiempo transcurrido desde la asunción presidencial.

Sin embargo, otras decisiones presidenciales generalmente vinculadas con políticas públicas que la actual administración había comprometido en campaña revisar en caso de acceder al gobierno, están motivando una inusitada tensión, con derivaciones hasta judiciales de difícil pronóstico, generando una enorme incertidumbre con respecto a cómo será el vínculo entre las fuerzas partidarias en adelante, en especial cuando el Congreso de la Nación inicie, en marzo, sus actividades ordinarias.

Por eso es de esperar que en este nuevo 2016 el llamado de la Iglesia al diálogo político, como cimiento para lo que los obispos definen como la reconstrucción del país, sea posible.

Recordemos que, al margen de la estrecha diferencia porcentual que se observó en el resultado del balotaje de noviembre, la gran mayoría de los argentinos venía reclamando desde hace años un cambio de estilo político, sea cual fuese el ganador de las elecciones. Y ese cambio se basaba, y se basa, en el diálogo y la búsqueda de consensos. Ese es el gran desafío que le espera a la dirigencia en esta nueva etapa.

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