El transporte público urbano estuvo siempre regido por tres grandes grupos: los ómnibus, los subtes (para aquellas ciudades con una densidad poblacional adecuada) y los taxis. En el caso del taxi es sabido que el costo de optar por un transporte privado y personal es obviamente mucho más costoso que en los otros dos casos.
Pero ¿Qué pasa cuando un nuevo servicio busca posicionarse en un mercado ya colmado de opciones? Esto por lo general nos conduce a un inevitable conflicto, algo que la gente de Uber está peleando en casi todos los países donde tiene presencia.
Coches de lujo, conductores profesionales, contratación desde el smartphone y la posibilidad de pagar sin papel moneda lo convierten en el atractivo de un medio de transporte premium. ¿Qué pasará cuando entre en funcionamiento en nuestro país?