Los últimos casos de femicidios en la provincia y en el país no sólo sorprenden por su frecuencia, sino por la brutalidad con que se cometieron los asesinatos o el modo frío en que se dispuso de los cadáveres, como si se tratara de objetos.
Resulta paradójico que en el momento en que amplios sectores de la sociedad salen a manifestarse contra la violencia de género, los crímenes de mujeres se tornen más violentos.
Ante este escenario una interpretación es que los hombres violentos no toleran que un mayor número de mujeres luchen por sus derechos. Pero también hay quienes plantean una correlación entre las marchas Ni Una Menos y la escalada de asesinatos y brutalidad.
La abogada especialista en violencia de género Carolina Jacky indicó que incluso varias personas le han preguntado si no sería recomendable aquietar la campaña por un tiempo. “Al contrario, hay que redoblar la apuesta porque hay que cambiar las cabezas. Seguir capacitando y educar en esto”, consideró.
No hay más casos
Romina Zapata, comunicadora social e integrante de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLa), señaló que los datos muestran que no hay más femicidios que en años anteriores. Lo que sí se observa, planteó, es un cambio radical en el modo en que la sociedad interpreta esos crímenes. “Ya no se ven como un problema privado o se dice que la mujer debe haber provocado al hombre”, indicó.
Para Zapata, el hecho de que las mujeres estén cada vez más conscientes de sus derechos genera que algunos hombres no lo acepten y se vuelvan más agresivos. Pero también destacó que la causa de la violencia son las desigualdades sociales, el hecho de que ellas resulten más empobrecidas, trabajen en peores condiciones, tengan la mayor responsabilidad en las tareas de cuidado y menor participación en los ámbitos de decisiones y representación en la Justicia.
De hecho, resaltó que en el caso del triple femicidio de Godoy Cruz se ha mencionado un reclamo por parte de Claudia Arias de la cuota alimentaria de su hija de 10 meses.
Zapata manifestó que es muy común que cuando la mujer reclama al hombre que cumpla con su responsabilidad comiencen las respuestas violentas.
También, amenazas de que se va a hacer echar del trabajo o pedir que lo tengan en negro para poder declararse insolvente. “La cuestión económica no es menor”, lanzó.
Por otra parte, aseguró que los comentarios de quienes conocen al acusado -Daniel Zalazar- y aseguran que era tranquilo y bueno con los niños no son extraños.
“Muchas veces, estos hombres se las arreglan para tener una imagen pública correcta, impecable, y esto dificulta más la situación de la víctima”, remarcó Zapata.
Reclamo y escalada
Carolina Jacky, abogada especialista en violencia de género, comentó que desde que empezaron las marchas ha habido un incremento en el número de consultas y de denuncias por violencia de género. Para ella, la escalada de agresividad, que ha provocado que Mendoza pase a liderar el número de femicidios en el país, se fundamenta en un mecanismo similar al de la esclavitud en el pasado.
Así, detalló que cuando los esclavos descubrieron que eran iguales a sus supuestos amos y que tenían derechos, y empezaron a reclamarlos, los azotaron y mataron. De modo parecido, cuando la mujer decide empezar a estudiar o salir a trabajar y no escucha los planteos de que no es necesario, de para qué, de quién se va a encargar de los niños y la casa, el hombre responde a veces de modo violento.
Hasta no hace demasiado tiempo, el varón -continúa Jacky- administraba la propiedad conyugal, tenía la patria potestad e incluso, si violaba a una mujer y luego se casaba con ella (“salvaba su honor”), se le perdonaba el delito. En las últimas décadas, los derechos de hombres y mujeres se han ido equiparando, algo que algunos varones viven como una pérdida.
De hecho, agregó que, como especialista en la temática, suele dar charlas y que le ha ocurrido que compañeros de trabajo le digan a las mujeres que no asistan y les cuestionen que el motivo de querer asistir es que están buscando arrebatarles su puesto.
"A los hombres se les ha enseñado a usar la violencia"
Consternada por el reciente triple femicidio, Alejandra Ciriza, doctora en Filosofía y especialista en Estudios de Género, indicó que es un fenómeno difícil de explicar sin caer en argumentos simplistas: “No se trata de pensar que los varones tienen individualmente la culpa de la situación porque si no se plantean hipótesis de guerra de los sexos y no es conducente pensar en la humanidad por mitades”.
Para la investigadora del Conicet, es una realidad difícil de resolver porque se articulan economía, política y cultura. Una parte de la cuestión está enraizada en la división sexual del trabajo: las mujeres han estado abocadas a la reproducción de la vida y las tareas domésticas y de cuidado, mientras los hombres a la acumulación y el uso sistemático de la violencia.
Sobre esto, Ciriza señaló que históricamente se ha incentivado la utilización de la violencia por parte de los hombres como modo de resolver problemas. También puntualizó que la cultura actual, del inmediatismo y la pérdida de límites, impulsa a las personas a pensar escasamente sus decisiones, lo que favorece que la respuesta sea impulsiva y violenta.
En su opinión, la problemática no sólo involucra a quienes padecen una situación de violencia sino que es una responsabilidad del Estado que excede la emergencia porque requiere de políticas que se sostengan en el tiempo, con independencia de los gobiernos.
También, de contar con una educación sexual integral, el reconocimiento de los derechos de ciudadanía de la mujer. Se trata, en definitiva, de la construcción de una sociedad en la que se respete la vida de todo otro ser humano.