Por qué Mendoza es la “ciudad de las acequias” - Por Jorge Ricardo Ponte

Desde su creación, el 2 de marzo de 1561, Mendoza se erige como la primera ciudad de fundación española con acequias urbanas.

Por qué Mendoza es la “ciudad de las acequias” - Por Jorge Ricardo Ponte
Por qué Mendoza es la “ciudad de las acequias” - Por Jorge Ricardo Ponte

En el mundo latinoamericano, una preocupación constante de su campo cultural, artístico e intelectual ha sido el tratar de identificar aquellos elementos que definieran -de manera esencial- una presupuesta identidad latinoamericana.

Los intentos explicativos han ido y vuelto por la lengua castellana, en sus distintas variantes regionales, por la música, la historia en común, el ser nacional, el ser latinoamericano, etc.

Este centrarse en lo evidente de los discursos que circulan sobre la problemática de la identidad ha contribuido a no advertir lo que no está en el relato sino en el topos: un silencioso y velado eje articulador de otra identidad americana que sí une tanto a la América del norte, del centro y Sudamérica y que son las acequias, o lo que queda de su impronta, en los trazados de nuestras ciudades y pequeños poblados históricos americanos.

Cuando se acaban la lengua y el folclore latinoamericano siguen las acequias. Acequia es una palabra de origen árabe, que se usa en España y en algunos países latinoamericanos, y que significa “Zanja o canal por donde se conducen las aguas para regar o para otros fines” (RAE). Faltaría aclarar que se necesita una pendiente del 1% al menos, para que circule el agua por las mismas. En inglés el equivalente sería “irrigation dicht o canal (waterway)”.

Aunque, curiosamente, en Nuevo México (EEUU) se usa la palabra acequia y no su equivalente en inglés, por motivos de pertenencia cultural de los “novohispanos” como se autodenominan los actuales descendientes de aquellos antiguos españoles que, en el hoy territorio estadounidense recuerdan tener sus orígenes en el antiguo Virreinato de la Nueva España (1535-1821). Es decir, antes de que llegaran los yankees...

En España, las acequias, y su propio nombre, fueron introducidos por la cultura árabe y los conquistadores españoles de origen meridional la exportaron a América. Ello puede haber inducido al error de creer que éstas tienen sólo un origen español. A ello contribuyó, obviamente, que los conquistadores les cambiaran, rápidamente, su denominación indígena por un nuevo nombre español. Ejemplo típico: la acequia de la ciudad...

Las acequias en las regiones áridas y semiáridas de América no tienen un origen hispánico sino indígena, o sea, de las propias culturas americanas originarias. Por ello, son previas a la lengua, a la música y al folclore. No tienen que ver con las influencias universales, sino -a nuestro entender- con el desarrollo de las habilidades del Homo Sapiens y la temprana revolución de la agricultura, ya sea en América del Norte (Arizona, Nuevo México, Texas, California, con el ejemplo de los Hohokam, región oasis americana) como en Mesoamérica, los mexicas y mayas, y en la América del sur los incas.

La actual Área Metropolitana de Mendoza, el antiguo Valle de Guentota huarpe, fue el sitio más al sur al que llegó la expansión del imperio Inca. Esta pertenencia cultural inicial explicaría que, la expertise de los incas en materia hidráulica y el uso de canales principales y secundarios, facilitara la instalación de los aborígenes huarpes en este sitio alrededor del antiguo Goazap Mayu (río del cacique Goazap), actual Canal Zanjón.

Este modelo de provisión de agua potable y de riego, a través de acequias principales y secundarias se repitió en innumerables pueblos y pequeñas ciudades por todo el continente. Algunos de ellos las conservaron, otros las fueron perdiendo a través del tiempo y otros ejemplos desaparecieron con la aparición del higienismo, hacia fines del siglo XIX, como tal fue el caso de ciudades chilenas como Santiago, La Serena, Copiapó. El sistema originario de riego huarpe fue evolucionando en los 459 años de vida de la ciudad, teniendo un punto de inflexión importante en 1872/73 cuando cambia y se organiza de manera más racional, paralelo a las calzadas, lo que le facilitó sobrevivir al paso el tiempo y perdurar hasta el presente.

Modernización o adaptabilidad, con nuevas tecnologías, a las nuevas condiciones medio ambientales de fines del siglo XIX. El sistema de acequias callejeras urbanas de Mendoza, ya adaptado a la matriz ortogonal, que acompaña al catastro parcelario, se fue consolidando y transformando en la conformación de “un modelo” propio y original que fue, luego, imitado por otras ciudades de la provincia de Mendoza e incluso de su vecina ciudad hermana de San Juan a raíz del terremoto destructor de 1944. Por ello, no decimos que Mendoza sea la única ciudad con acequias de Argentina, decimos -en cambio- que ella es un prototipo. Esto significa ser la primera en su tipo. En efecto, en 1561 (2 de marzo), Mendoza se erige en la primera ciudad de fundación española en territorio argentino con acequias urbanas para abastecimiento de agua y para riego de chacras y jardines. Resulta ser, al mismo tiempo también, un arquetipo. Es decir, el mejor ejemplo en su tipo de ciudad con acequias urbanas ya que su organización alrededor de la matriz ortogonal, que acompaña al catastro parcelario ha servido de modelo teórico y práctico para otras ciudades implantadas en áreas semidesérticas servidas con aguas de regadío provenientes de los deshielos cordilleranos de los Andes.

Las acequias callejeras o urbanas, existieron en toda la América española. Sin embargo de ello, nadie recuerda que México, en su tiempo, la ciudad más grande del Nuevo Mundo tuvo acequias en sus calles. Ello lo atestiguan sus planos históricos y documentos coloniales. Hoy la ausencia total de dichos testimonios materiales no logra anclar esta solución hidráulica a la memoria colectiva del presente. Por otro lado, frente a la progresiva desaparición de las acequias urbanas en toda América, vinculada a la provisión de agua potable por cañerías y a la optimización de su uso. Éstas han quedado circunscriptas a pequeños poblados históricos, o a las porciones históricas de antiguas villas y poblaciones de fundación española. Nunca a ciudades del tamaño y envergadura como Mendoza

En biología, la palabra “relicto” remite a algo que en un tiempo fue abundante y actualmente es escaso. Esta idea de relicto también se extiende a los bosques y a la fauna, en una visión ecológica más integral. En dicho sentido, podríamos homologar la idea de área relicto a un tipo de ciudades en las que, al origen tuvieron acequias y con el devenir del tiempo perdieron. Es fundamental señalar a este patrimonio cultural de la ciudad que la distingue, por su escasez de ejemplos en el mundo, a punto tal que Mendoza podría aspirar -legítimamente-ser considerada Patrimonio Mundial de la Humanidad por ser el testimonio más importante, por envergadura, por su autenticidad, por su historia continuada desde los Incas hasta el presente, por su vigencia contemporánea, de la cultura de las acequias y del agua originadas en consonancia.

El ser Mendoza una de las “8 Capitales Internacionales del Vino” no se contrapone con su identificación con las acequias que dan sustento y expresión al paisaje cultural vitivinícola. Al contrario, la singulariza.

Por todo lo expuesto, sugiero adoptar con fines turísticos-culturales y como eslogan oficial de la Ciudad Capital: un lema que sintetice su valor y trascendencia: “Mendoza, la Ciudad de las Acequias”.

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