El reciente informe anual de superficie emitido por el INV indica que desde el año 1990 hasta la fecha la cantidad de hectáreas cultivadas en el país creció 5% mientras que la cantidad de viñedos disminuyó un 33,8% es decir menos viñedos pero más hectáreas.
Solo 24.116 viñedos en el 2017 contra los 36.402 del año 1990. Esto significa claramente que hay viñedos más grandes y que los pequeños productores no lograron incluirse en el negocio vitivinícola.
Conclusión a la que también llega el mismo informe el que aclara que el 59% de los viñedos existentes en el país son menores a 5 hectáreas y concentran el 14% solamente de la superficie cultivada de la vid, siendo el 86% de la tierra, viñedos mayores de 5 hectáreas.
Otro dato que prueba la concentración creciente es que 629 viñedos que son el 2,6 % de la cantidad de viñedos total, representan o tienen el 26,9% de la superficie total existente en el país.
En una industria donde el relato se ha convertido en creador incluso de políticas públicas, un poco de datos ciertos mitiga el efecto de la nueva tendencia: creer en lo invisible, en esas mejoras que existen pero no se ven.
Quizás alguno piense que es este el destino bien merecido de quien no aprendió a ser auto emprendedor y fue expulsado por propia incapacidad de ser rentable.
Pero este concepto deberíamos compararlo con los 150 millones de pesos de presupuesto anual que tiene la unidad ejecutora del plan estratégico vitivinícola 2020, Coviar.
Cuyo tercer objetivo es desarrollar a los pequeños productores de uva para integrarlos en el negocio vitivinícola y del jugo concentrado y aún con este presupuesto, fracasó.
Más curioso aún es escuchar discursos como “no sobra ningún productor”, o el más contradictorio de todos , advertir sobre la culpa de las políticas del gobierno de turno cuando en realidad debemos resaltar que la Coviar está formada por los gobiernos de las provincias productoras de uvas, entidades públicas y algunas de las entidades gremiales existentes en el día de hoy.
"En una industria donde el relato se ha convertido en creador incluso de políticas públicas, un poco de datos ciertos mitiga el efecto de la nueva tendencia: creer en lo invisible, en esas mejoras que existen pero no se ven".
Culpar al gobierno por parte de Coviar, es culparse a sí mismo. Es evadir la responsabilidad conjunta que tienen en la instrumentación de políticas y herramientas que solo favorecen la concentración económica y fortalecen no solo a la posición dominante si no al abuso de esta posición.
Muestra de esto es la disputa que existe sobre el acuerdo Mendoza-San Juan y los porcentajes destinados a diversificar, hablando siempre de que se hace en beneficio del productor pero por otro lado se importa vino en cantidades que llegarán a los 100 millones de litros.
Y mientras nosotros discutimos, mientras miramos cómo se achica nuestra industria, ya sea por menor producción o menos consumo; regiones como la comunidad europea promueve códigos de buenas prácticas comerciales, para evitar comportamientos desleales en este sentido.
Enumera conductas abusivas como: “el pago con plazo excesivo de los perecederos (recordemos que por ley no puede ser allí Mayor a 30 días desde la cosecha) , o “la imposición unilateral de las condiciones de venta o compra”, y una serie de conductas que atentan contra pymes y productores.
Prácticas a las que los productores argentinos nos hemos acostumbrado como muy normales.
No hay ninguna medida destinada a mejorar verdaderamente la situación del sector productivo, como así también sucede con los temas que se ponen sobre la mesa como interés de la industria vitivinícola.
Estos no tienen como objetivo mejorar la situación del eslabón más débil de la cadena, ese que continúa ocupando el último lugar de rentabilidad al vender una botella en la góndola.
Las medidas que se toman desde el gobierno, los pronósticos que se dan, los acuerdos que se firman, los temas que se instalan como importantes para el sector vitivinícola, son repetidos años tras año, pero la realidad es la del informe: menos unidades productivas, y más concentración.
Sin duda debemos comenzar a pensar si tendremos a partir del 2020 un plan estratégico igual al actual, o definitivamente trabajaremos en fomentar la inclusión de productores al negocio vitivinícola, si es que esa fecha ya no es demasiado tarde.
Gobierno y entidades son responsables de la verdadera situación del sector productivo, esa que no es la del relato, sino esa que duele de verdad.