Por qué es decisivo reducir la huella ambiental en la producción de alimentos

Los productos que no puedan certificar su sustentabilidad van a encontrar barreras arancelarías para exportar y críticas en los consumidores

Por qué es decisivo reducir la huella ambiental en la producción de alimentos
Por qué es decisivo reducir la huella ambiental en la producción de alimentos

La tercera ley de Newton establece que “a toda acción le corresponde una reacción”. El tema es poder cuantificarla, dimensionar esa marca que se deja al hacer algo. En este sentido, en el marco de una creciente preocupación de la sociedad por el impacto de las actividades humanas sobre los recursos naturales, es que se empezó a hablar, hace unos años, de huellas ambientales. Metafóricamente, es como si llegando al final de la vida se pudiera mirar hacia atrás y establecer una especie de debe y haber.

"Una huella ambiental básicamente es el impacto que tiene un producto u organización a partir de una contabilidad ambiental, en donde se registran ingresos y egresos y se obtiene un resultado final", explicó el coordinador de la Plataforma de Huellas Ambientales del INTA, Rodolfo Bongiovanni, que este año participó de una cumbre mundial en Beijing, China, una de las ciudades más contaminadas del planeta, junto a cuatro latinoamericanos y con un total de 40 investigadores de todo el mundo.

El método utilizado se llama "Análisis del Ciclo de Vida" o ACV, que hace hincapié en los aspectos ambientales a lo largo de todo el ciclo de vida de un producto, desde la obtención de la materia prima, pasando por la producción, utilización, consumo, tratamiento final, reciclado, hasta su disposición final (es decir, de la cuna a la tumba).

Las huellas ambientales no sólo transparentan la información sobre el impacto de los sistemas productivos, sino que también detectan oportunidades de mejora de la eficiencia, las que posteriormente pueden ser aprovechadas con herramientas de lo que se denomina economía circular, que busca conservar y mejorar el capital natural, optimizar el uso de los recursos y minimizar los riesgos del sistema. Por eso, para Bongiovanni, "lo económico, en este análisis, es secundario, aunque si se hace un manejo eficiente habrá una mejor ecuación de costos seguro".

El proceso

"Primero se hace una radiografía para ver dónde se está perdiendo eficiencia", apuntó Bongiovanni. Y ejemplificó: "En el caso del maíz tenemos una pérdida de energía por llevar ese maíz hacia los puertos, por eso han surgido soluciones de economía circular en donde ese maíz en vez de llevarlo al puerto se convierte en carne o etanol, pero también, a partir de los efluentes del feedlot se produce bioenergía".

Bongiovanni ponderó también lo que sucedió con la cadena del maní, para la que, hasta hace unos años, la cáscara era un residuo y hoy se convierte en energía eléctrica. También con el algodón se está produciendo biodiesel con la semilla y bioelectricidad con la cascarilla que antes se tiraba.

En este sentido, para el investigador, “hay muchas alternativas cuando se empieza a hilar fino a partir de la huella ambiental”, incluso, no tiene el mismo impacto “usar gas natural que gas de red, usar como flete un camión o el ferrocarril”.

Sustentable, ¿rentable?

"Hace un tiempo participé de una charla en la que un analista español mostraba que el 76% de los consumidores europeos estaría dispuesto a pagar un sobreprecio por un producto con menor huella ambiental", relató Bongiovanni. Quizás se vea como algo lejano, tal vez ese plusvalor no llegue aún a los productores que están en el campo, pero algunos exportadores ya lo están percibiendo.

"Sin embargo, muchos productores lo están viendo como un tema de imagen positiva, de responsabilidad social, y esto está ayudando a que se instale también el concepto de huella ambiental en función de la sostenibilidad de la producción y lo que se llama Buenas Prácticas Agrícolas o BPAs", contó Bongiovanni.

Para el investigador del INTA, hoy el ambiente paga. "Algunas empresas lo ven como una forma de mantener a sus clientes, otras como forma de sacar un plus de precio", dijo.

Argentina, empezando

Días atrás, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación creó, a través de una Resolución en el Boletín Oficial, una Mesa de Competitividad Ambiental Agroindustrial que tiene por objetivo la necesidad de cuantificar las huellas ambientales.

"Lo interesante es que forma parte de este espacio hasta Cancillería, porque pensando en el comercio mundial, contar con una huella ambiental positiva puede ser beneficioso pero también puede convertirse en una barrera para-arancelaria", opinó el referente del INTA, institución que forma parte de la Mesa.

Se calcula que la canasta de exportaciones potencialmente afectada en el comercio internacional por esquemas de medición de huella de carbono de los productos representa alrededor de un cuarto de las exportaciones argentinas. Los sectores productivos más vulnerables corresponden a la miel, jugos de frutas, té, manzanas y peras como así también a las carnes bovina, porcina, ovina y sus preparaciones, cítricos, frutas, hortalizas y aceite de oliva. Los biocombustibles, también están sujetos al escrutinio ambiental.

Argentina no es de los países líderes en estos análisis. Está empezando a desandar el camino que otros en la región empezaron hace tiempo, como Brasil (para varios productos), Chile (a partir de las frutas finas), Perú (frutas y verduras frescas) o Colombia (con el café). Tienen leyes que piden información ambiental y cuentan con una mayor masa crítica para evaluar trabajos científicos vinculados a estos temas. "Es más fácil publicar un trabajo científico en una revista de Brasil que en Argentina, porque acá es probable que no encuentre un jurado para tal publicación", contó Bongiovanni.

A modo de resumen, los criterios ambientales repercuten cada vez con mayor frecuencia en la elección de los consumidores y esta actitud frente a la góndola fomenta la producción y el consumo sostenible y responsable aguas abajo. La reducción de la huella ambiental (la de carbono y la del agua son las más conocidas) puede ser una oportunidad para hacer más competitivas las exportaciones del sector, especialmente en alimentos.

Por Juan I. Martínez Dodda

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