Wimbledon es un torneo que le sienta bien a Novak Djokovic. El bicampeón vigente, derrotó en la final más larga de la historia a nada más y nada menos que a Roger Federer, que buscaba su noveno título en el verde césped. Tras la intensa batalla repitió un particular festejo que hizo cada una de las cinco veces que levantó el trofeo dorado y que ya se convirtió en una "tradición".
El serbio batalló durante cuatro horas y 55 minutos para vencer al suizo, por 7-6 (7/5) 1-6, 7-6 (7/4), 4-6 y 13-12 (7-3), recurriendo por primera vez a un tie-break final de 12-12 tras el cambio de las reglas en Wimbledon.
Tras el último punto, Nole, lejos de la euforia, se puso en cuclillas y cortó algunas hojas de pasto y se puso a comerlas antes de ir a saludar a su rival.
En 2018, después de barrer en tres sets a Kevin Anderson en la final, dio los motivos del peculiar festejo: "Me encanta el sabor del pasto de Wimbledon. Significa que estoy en la final y que gané. Es una tradición, yo diría, de las veces que gané en este gran torneo. Soñé siempre en ganar Wimbledon. Construía los títulos con diferentes materiales y me imaginaba campeón. Ese era uno de mis principales sueños. Cuando me imaginaba ganándolo algún día, me dije, debo comer pasto. Por alguna razón, no se por qué lo hice", había dicho hace un año.
Sin abandonar su tradición, una vez, el tenista se agachó y cortó un pedacito del All Engrald y se lo comió. Luego compartió en su cuenta de Instagram la secuencia que ilustra el original festejo.
Con esta consagración, Djokovic sumó su decimosexto título de Grand Slam y quedó a sólo cuatro de los 20 que tiene Federer y a dos de los 18 de Rafael Nadal.
