Hace un año, Elerio María se convirtió en el primer integrante de un pueblo originario en recibirse de maestro de nivel inicial y ahora, dentro de unas semanas, comenzará a ejercer su título en la escuela N° 4555 "Rosario Vera Peñaloza" de Alto de la Sierra, Salta.
Según publicó El Tribuno, la escuela en la cual trabajará Elerio se prepara para recibir a más de 1000 alumnos este año y para ello cuenta con un equipo de 44 personas, entre maestros, auxiliares bilingües y ordenanzas.
Elerio tiene 31 años y es padre de dos niños, cursó sus estudios primarios y secundarios en la misma escuela en la que dará clases, luego se recibió de Técnico Agropecuario y comenzó a trabajar enseñando a hacer huertas y capacitando en cuestiones de alimentación. Paralelo a ello comenzó a estudiar para maestro, para lograrlo recorría en moto los 70 kilómetros que separan su hogar del Instituto Superior de Formación Docente en Santa Victoria Este.
"Yo apunté a conseguir más conocimiento al tener la oportunidad de estudiar. Ahora hay posibilidades de que trabaje en esta misma escuela (la de Alto de la Sierra). Mientras se hacen esos trámites, trabajo ayudando a mi familia", contó Elerio.
La escuela no tiene un buen comedor, ni espacio para albergue, así como tampoco un salón de actos. Las clases se suelen suspender por falta de agua, problema recurrente en un pueblo que tiene apenas un pozo para más de 4000 habitantes.
En la época estival, cuando no hay clases, el comedor permanece abierto para que los chicos puedan seguir comiendo. Como la mayoría son criollos y originarios, tanto de Alto de la Sierra, como de otras localidades de Salta, Formosa o Paraguay, quienes están a cargo preparan comidas típicas como fideos con pollo, locro o frangollo con carne.
"En esta zona conviven dos culturas, pero hay profesionales que quizá no están preparados para enseñar así. Por eso hay que trabajar fuertemente en contener a los chicos de los pueblos indígenas, y ahí el maestro bilingüe es un pilar fundamental. Pero necesita apoyo", explicó Elerio.
Y agregó: "Los chiquitos de nuestra etnia se han criado en un ambiente muy distinto. Desde que salen de su casa atraviesan un proceso difícil. Llegan a la salita y tiemblan, no saben qué hacer, la docente les hablan en otro idioma y ahí es donde más se le complica al docente que se preparó en una ciudad".
Además explicó que los chicos "montaraces" (aquellos que viven monte adentro) solo hablan su lengua materna, por eso cuando llegan a la escuela para aprender a leer y escribir se enfrentan con la difícil tarea de tener que aprenderlo en español. Por eso, Elorio sostiene que es indispensable "pisar el acelerador a fondo y apoyar a los maestros bilingües".