Por más esfuerzos para consensuar

El debate acerca de la interrupción voluntaria del embarazo se ha instalado en la sociedad argentina luego de su tratamiento parlamentario.

Por más esfuerzos para consensuar
Por más esfuerzos para consensuar

Poco antes de que el Senado debatiera el proyecto, con sanción inicial en Diputados, sobre interrupción voluntaria del embarazo, el presidente de la Nación indicó públicamente que más allá del resultado que arrojase la votación “ganará la democracia”.

Entre otras consideraciones, agregó Mauricio Macri ese mismo día que “la importancia de esta votación va mucho más allá del tema específico que intenta dirimir. Nos obliga como individuos a comprometernos a aceptar que hay otros que piensan distinto”.

El mensaje del primer mandatario fue en sintonía con su decisión política de habilitar el debate en el Congreso, expresada en los primeros meses del año, como respuesta a la exigencia de un amplio sector de la sociedad para que se planteara alguna vez un tema que había sido esquivado por los distintos gobiernos desde la reinstauración de la democracia en el país.

Se trata de una problemática que resultó conflictiva en la gran mayoría de los países del mundo que la debatieron previamente y que en muchos casos terminaron implementándola.

La virtual legalización de los métodos abortivos dividió sistemáticamente a las sociedades que incursionaron en el tema, convirtiéndose en un desafío muy grande para cada una de ellas.

Sin embargo, la reflexión que nos queda a los argentinos luego de estos ásperos casi seis meses transcurridos desde que el Presidente motivó la discusión hasta el reciente rechazo del proyecto por parte del Senado pasa por reconocer, en primera instancia, que el tema ha quedado instalado en la sociedad y, como tal, es muy probable que el debate político y jurídico persista en breve.

Si bien la mecánica legislativa establece que la propuesta desechada por el Senado sólo podrá volver a ser nuevamente abordada luego de un año de espera, el propio presidente Macri dejó abierta la posibilidad de que la lisa y llana despenalización pueda ser incorporada a la reforma del Código Penal que se viene gestando y que en breve será puesta a consideración del Congreso nacional.

En ese marco, debería exigirse a partir de ahora mayor compromiso por parte de los legisladores de todos los sectores partidarios con el tema en discusión.

Sabido es que, más allá de posturas o convicciones esgrimidas desde las bancas, muchos diputados y senadores que participaron de los extensos debates carecieron de argumentos basados en el debido estudio de la temática abordada.

Es más: una senadora admitió, antes de fijar su postura, que no había leído ni le interesaba conocer el contenido del proyecto puesto en discusión porque su decisión, en este caso en contra del aborto, le sobraba para oponerse.

Este tipo de posturas, que en muchos casos se deben haber repetido, aunque no con la lamentable sinceridad de la citada senadora por San Juan, llevaron a un tratamiento muy desprolijo de una temática delicada y de interés general como pocas.

Este tipo de improvisaciones lleva inexorablemente al estado de confrontación que asuntos como el que nos ocupa generan. Los legisladores deben receptar y analizar responsablemente las inquietudes de los ciudadanos que los eligen, pero de ninguna manera adoptar por ello actitudes militantes, belicosas o desinteresadas.

El debate por el aborto, que seguramente continuará más adelante, es otro gran desafío para que los argentinos podamos arribar a consensos amplios; sin ellos, el camino a recorrer se complica.

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