El dólar avanzó sobre cualquier intento oficial para aplacar a la frenética demanda, rompió la barrera histórica de los $ 32 y se coronó nuevamente como el principal termómetro para medir la creciente incertidumbre sobre el rumbo económico del gobierno de Mauricio Macri.
La divisa norteamericana se mueve el ritmo de la desconfianza reinante en el mercado y así lo volvió a demostrar ayer, cuando ganó más de 51 centavos (1,6%) respecto al cierre anterior y terminó negociándose a $ 30,97 para la compra y a $ 32,055 para la venta en las ventanillas minoristas.
Marcó su séptima jornada consecutiva con subas, en las que acumuló un salto de 1,66 pesos. Y la misma suerte corrió la moneda en el mercado mayorista, donde operan empresas y entidades financieras, pese a los intentos del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que conduce Luis Caputo por saciar la demanda.
La autoridad monetaria ayer volvió a realizar dos subastas de u$s 300 millones de las reservas y terminó colocando u$s 200 millones entre los grandes jugadores de la plaza cambiaria. La primera intervención se produjo cerca del mediodía, cuando el dólar mayorista tocó su máximo nivel de $ 31,60.
Tras la aparición del Central, que según operadores se complementó con actuaciones en el mercado de futuros, la moneda norteamericana recortó su avance y se posicionó en torno a los 31,40 por unidad.
Fue apenas un respiro y la demanda no tardó en resurgir para sumar presión. Pero hacia el cierre de las operaciones el BCRA reapareció y entregó otros U$S 100 millones, a un precio promedio de corte de $ 31.4365. Caputo consiguió así moderar el salto y el dólar mayorista terminó a $ 31,35 (38 centavos más que el cierre del lunes).
La dolarización de las carteras pone en relieve las crecientes dudas sobre el rumbo de la economía local y sobre los coletazos que puedan llegar desde el frente externo, donde los inversores siguen de cerca la situación política en Brasil y la crisis de las monedas de los países emergentes.
Puertas adentro, la inestabilidad del mercado cambiario refleja los problemas del gobierno para dar previsibilidad ante las graves proyecciones para lo que resta del año, con una inflación aún sin freno y con la actividad económica ingresando en una fase recesiva (en junio cayó 6,7% y acumula tres meses de contracción).
Moody's formalizó algunos de los cálculos que alimentan la preocupación y hasta vaticinó que la marcha negativa de la económica podría extenderse hasta el 2019 por la decisión del BCRA de llevar las tasas de interés al 45%, el nivel más alto desde 2016, para frenar la debacle cambiaria.
"Si bien el incremento de las tasas ayudará a contener la devaluación del peso, se debilitará aún más la economía, que se aproxima a una recesión que podría extenderse al próximo año", planteó Gersan Zurita, de la calificadora de riesgo.
La de ayer también fue la primera reacción ante las palabras del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien proyectó el lunes que el Producto Bruto Interno (PBI) caerá 1% este año y reveló que se le pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) adelantar en setiembre el segundo desembolso de U$S 3.000 millones.
En Mendoza la divisa operó similar a Buenos Aires en las casas de cambio; pero en el mercado informal se negoció a 32,50 y 34.