Jennette McCurdy, mejor conocida por interpretar a Sam Puckett en la serie iCarly de Nickelodeon, escribió un libro acerca de sus memorias sobre su breve época como estrella infantil titulado “Estoy contenta porque mi mamá murió”, donde relata algunos de los maltratos a los que fue sometida mientras era parte de la industria.
En sus textos, la actriz revelará cómo su madre Debra la empujó a convertirse en un pilar de la serie juvenil, lo que provocó ansiedad, vergüenza y autodesprecio que se manifestaron en trastornos alimentarios, adicción y una serie de problemas en su salud.
“Fue importante para mí explorar el abuso emocional y psicológico que sufrí durante mi tiempo como joven intérprete. Siento que no tenía las herramientas, el lenguaje o el apoyo necesarios para hablar por mí misma en ese entonces, por lo que este libro es una forma de honrar esa experiencia y dar voz a mi antiguo yo, sino también de alentar a los jóvenes a hablar por sí mismos en entornos donde pueden estar condicionados a simplemente jugar a la pelota”, comentó Jeannette en su cuenta de Instagram, mientras anunciaba el lanzamiento de su libro.
Recordemos que cuando la progenitora de la actriz murió de cáncer en septiembre del 2013, ella estaba grabando Sam y Cat pero abandonó el proyecto tras toda la confusión que le causó este suceso. La idea del libro surgió después de que Jennette McCurdy se recuperó gracias a la terapia y a que dejó la actuación a un lado.
Jennette McCurdy tenía seis años cuando Debra la llevó por primera vez a un casting. Inesperadamente, su trabajo se convirtió en el mayor ingreso económico de la casa. Su madre estaba obsesionada y yo haría lo que fuera necesario para convertirla en una estrella.
Y así, casi sin darse cuenta, fue como llegó a tener un control absoluto de su vida: primero con una restricción calórica en su dieta, luego pesándola cinco veces al día y dándole tratamientos de belleza a domicilio.
No fue hasta octubre de 2021 que pudo comenzar a hablar de todo lo que vivió bajo la sombra de Debra. Según relató, su madre la bañó hasta los 16 años y también ella misma le hizo chequeos ginecológicos. El avance no solo fue sobre su cuerpo, sino que también devastó la intimidad de una adolescente en construcción: tuvo acceso a sus diarios privados y a los correos electrónicos que le llegaban.