La Estimulación Cerebral Profunda, o deep brain stimulation en inglés, es una intervención quirúrgica que consistente en implantar un aparato médico que envía impulsos eléctricos a puntos específicos del cerebro para reducir los bruscos movimientos productos del Parkinson.
Se trata de un tratamiento establecido para las personas con la enfermedad que no responden adecuadamente a la terapia médica. Es un procedimiento quirúrgico en el que se implantan electrodos en ciertas áreas del cerebro, generando impulsos eléctricos para controlar la actividad cerebral anormal.
En las redes sociales, un retirado Marine del Ejército británico se sienta frente a un pequeño público. Una médico le da instrucciones. El temblor que lo posee es tan fuerte que es incapaz de tocarse la nariz o agarrar un vaso: padece la enfermedad de Parkinson.
Tras un par de instrucciones, la médico toca una tablet y, de pronto, el veterano parece calmarse de inmediato. “¿Bien? ¿Te sientes mejor?”, le pregunta. “Me siento genial”, contesta el hombre. De pronto,** puede hacer todo lo que antes no podía**. Las lágrimas se le escapan, mientras toca el dedo de otra persona. “Ha vuelto”, comenta entre susurros su familia.
Este vídeo ya tiene más de 11 millones de reproducciones. Lo cierto es que el resultado del tratamiento es impresionante. El marine se encuentra en un estadio avanzado de la enfermedad, con una alteración de la motricidad fina (la capacidad de hacer gestos precisos) severa y un temblor violento.
Para los especialistas, es importante aclarar que no es una cura para la enfermedad ni detiene la progresión de la enfermedad, pero muchos pacientes experimentan una reducción significativa de sus síntomas después de la cirugía. La mayoría de los pacientes aún necesitarán tomar medicamentos incluso después del procedimiento, pero la estimulación cerebral profunda puede llevar a una reducción en la cantidad requerida. Esto, a su vez, puede reducir los efectos secundarios inducidos por medicamentos, como la discinesia, informó Infobae.