William Miller es un joven estadounidense que se hizo viral luego de contar en un hilo de Twitter, todo el recorrido que hizo para poder dar con el amor de juventud que había tenido su abuelo en la Universidad y que se lo confesó poco antes de morir.
“Mi abuelo Dave me dijo que estaba seguro de que era gay cuando se mudó a su cuarto en el primer año de la universidad y había un chico ‘con los ojos más bonitos’. Después de la muerte del abuelo, supe por mi madre quién era ese chico”, contó el joven conocido como Sama’an Ashrawi en las redes.
El joven hizo una minuciosa investigación hasta que dio con aquel chico de “los ojos más bonitos”, que ahora ya es un hombre mayor. Encontrarlo no fue fácil para William.
Primero hizo cálculo de fechas: el joven que enamoró a su abuelo, si seguía vivo, superaba los 90 años. Su nombre, según ha contado Miller en su cuenta de Twitter, era John Kander y su nombre no se quedó en el anonimato, ya que al terminar la universidad compuso junto a otro compañero, dos de los mejores musicales de Broadway de todos los tiempos: Cabaret y Chicago, ambos adaptados luego al cine en 1972 y 2002.
Este dúo también escribió el tema principal de ‘Nueva York, Nueva York’, la película de Scorsese de 1977 a la que puso voz Liza Minnelli y que inmortalizaría Frank Sinatra unos años después.
“Siempre pensé que era genial que el abuelo y este tipo Kander estuvieran enamorados, pero durante la pandemia noté algo en una estantería”, detalló William. Se trataba de un vinilo que sobresalía levemente de la estantería y en el que nunca había reparado. Al sacarlo, leyó el título: “Our boy”, junto a una fecha, 1951, y el nombre del compositor: John Kander.
Se trataba de una canción que le había dedicado Kander al abuelo en cuestión, según le explicó su madre, la única que conocía la historia a fondo. “Puse el disco y escuché… unos solos de piano muy malhumorados, sonaba teatral. Necesitaba saber más. Fui a internet, ¿seguía vivo John? Para mi asombro la respuesta era sí. ¡Tenía 94 años!”, contó.
En ese momento empezó una búsqueda sin descanso. Sabía que a esa edad contactar por correo electrónico era imposible así que lo intentó con un familiar que, para su sorpresa, le contestó.
Y así fue como William pudo ver en persona los ojos que un día cautivaron a su abuelo. El joven, acompañado de su madre y sus hermanas, viajó a Nueva York para comer con John Kander.
Durante esa comida, el compositor le habló sobre la relación con su abuelo, que emocionado recordó: “‘Fuimos honestos el uno con el otro’, nos dijo John. ‘No en términos de no mentir, sino honestos sobre quiénes éramos y en quiénes nos estábamos convirtiendo. Tu abuelo fue un gran regalo para mí’”.