A veces no hay mejor ilusión óptica que la no buscada, esa que surge de manera natural y casi sin querer.
Porque, ciertamente, cuesta creer que el gato protagonista de la historia preparara tan bien el truco como para que la que parece ser la dueña del minino casi le dé un infarto.
“A punto de sufrir un infarto”, señala la autora de la imagen en Twitter. Se refiere a una fotografía en la que aparece el pequeño felino cómodamente tumbado en la alfombra acompañado de lo que, a primera vista, parece una de sus patas amputada, que se sitúa a unos 20 centímetros de su cuerpo.
Sin embargo, una vez pasado el impacto y fijándote bien en la imagen, se ve que en realidad el gato tiene su pata doblada por debajo de su cuerpo y lo que está a su lado es un objeto que nada tiene que ver con él.
Según señala Gizmodo, nuestro cerebro tiende a ver la opción más improbable y, a la vez, más truculenta por la llamada ley de cerramiento, uno de los principios que rigen la corriente moderna de la psicología conocida como Psicología de la Gestalt y que estudia la manera que tiene el cerebro humano de organizar lo que percibe en nuestro entorno.