Una socióloga argentina que vive actualmente en España visitó a su familia en nuestro país y se fue horrorizada tras sucfrir otra vez por los estándares de belleza que manejan las mujeres. Realizó un posteo de desahogo contando su experiencia y se volvió viral.
Catalina Singer tiene 39 años y hace diez que vive en Barcelona, por lo que su vida se ha acostumbrado a las costumbres e ideologías de esa ciudad. En otras ocasiones visitó su país pero nunca se sintió tan presionada por la belleza como esta última vez.
De visita por la Ciudad de Buenos Aires y luego al hospedarse en Córdoba Capital comentó haberse asombrado “con lo autoexigentes que son las mujeres para mostrarse bellas”. Antes de pisar la calle, las mujeres argentinas llevan a cabo una superproducción con uñas esculpidas, caras botoxeadas, dientes blanqueados y pelo planchado, algo que sorprendió mucho a Catalina.
“Veo que la gente gasta mucho dinero en su aspecto físico. Las chicas andan producidas a toda a hora del día. Está muy instalado en la sociedad que tenés que estar impecable todo el tiempo, no solamente cuando tenés una fiesta o vas a una reunión”, comentó en una entrevista a Infobae.
A pesar de no compartir los estándares de belleza hegemónica, cuando pasó por Córdoba sufrió una herida en su ego cuando sus amigos le remarcaron que tenía canas. “Veo que es algo muy internalizado en los argentinos hacer comentarios sobre el aspecto físico, algo a lo que ya me había desacostumbrado. Fue como muy chocante porque yo venía muy relajada y me descolocaron bastante esos comentarios. Me obligaron a mirarme desde ese costado que los argentinos te miran, que ponen una vara estética muy alta”, se lamentó.
“En España, no te vestís diferente para salir de noche o de día. No tenemos esas categorías de ropa, salvo que se trate de un casamiento”, remarcó al detallar que vio una gran diferenciación de outfits de acuerdo a la ocasión en todos los locales de ropa argentinos.
Antes de terminar su entrevista profundizó en su experiencia sobre el tema y contó que desde los 14 a los 21 sufrió desórdenes alimenticios que luego superó en el viejo continente. “Acá, en Barcelona, me siento más libre. Lamento que en Argentina esté tan instalado y naturalizado algo que puede ser dañino”, concluyó.