Fueron 12 años de compañía incansable, de esperar en el cuartel la llegada de sus amigos de algún servicio, de la devolución con muestras de cariño todo el afecto recibido. Y esos 12 años se honraron como se hace con los héroes caídos en el deber.
Shirley era una perrita que se aquerenció con los efectivos de la Segunda Compañía de Bomberos de Talagante, ubicada en dicha ciudad dentro de la Región Metropolitana de Santiago, en Chile. Pero no era la mascota del cuartel sino que era uno más del equipo que brinda servicios a la comunidad.
El amor que le dispensó a sus camaradas fue retribuido con un emotivo acto de despedida durante el mes de marzo, cuando Shirley partió de este mundo. Fue por eso que el toda la compañía la decisión de darle el último adiós acorde a la circunstancia se tomó de forma unánime.
Los restos del can fueron depositados en un pequeño ataúd blanco, el que reposó por unas horas en una suerte de altar montado adentro del cuartel. Sobre la mesa donde estaba el féretro se dispusieron velas votivas y las mangueras que se utilizan para extinguir incendios fueron cruzadas delante del cajoncito. Además, varias coronas de flores se dispusieron alrededor del altar para despedirla.
Como último saludo, la perrita fue conducida a lo algo de un cordón de bomberos, quienes derramaron las lágrimas de despedida mientras los camiones hacían sonar las sirenas.
Las palabras finales de despedidas fueron pronunciadas por un servidor público y luego depositaron los restos de Shirley en el patio del cuartel, para que siempre los cuide desde donde esté. La historia se viralizó y dio la vuelta al mundo, emocionando a miles y miles de personas.